sábado, 22 de enero de 2011

REVELACIÓN Por el Presidente JOSEPH F. SMITH

REVELACIÓN

EL VALOR DEL ESPÍRITU DE REVELACIÓN. 

El hombre que posee el espíritu de revelación puede comprender si es pecador, si tiene propensión a la maldad, si está o no está magnificando su posición delante del Señor, mejor que uno que no tiene el Espíritu del Señor en él, ¿no es así? -C.R. de abril, 1912, pág. 7.

EL ESPÍRITU DE INSPIRACIÓN, DE REVELACIÓN, QUIÉN LO RECIBE.

 Y el espíritu de inspiración, el don de revelación, no pertenece exclusivamente a un hombre-, no es un don que corresponde a la Presidencia de la Iglesia y a los Doce Apóstoles únicamente. No se limita a las autorida-des que presiden la Iglesia; pertenece a todo miembro individual de la misma; y todo hombre, mujer y todo niño que ha llegado a la edad de responsabilidad, tiene el derecho y privilegio de disfrutar del espíritu de revelación y poseer el espíritu de la inspiración para cumplir sus deberes como miembro de la Iglesia. Es el privilegio de todo miembro individual de la Iglesia recibir revelación para su propia orientación, para dirigir su vida y conducta; y por tanto, afirmo—y creo que puedo hacerlo sin posibilidad razonable de ser refutado o impugnado— que no hay otra iglesia en el mundo, ni organización de personas religiosas, que sean tan umversalmente espirituales en sus vidas, y tan universal-mente merecedores de los dones del Espíritu de Dios, como los miem-bros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Todos tenéis derecho a la revelación; es vuestro el privilegio de que os sea revelado si yo soy un siervo de Dios o un siervo de los hombres; si estoy cumpliendo con mis deberes o no; si yo, como oficial presidente de la Iglesia, estoy obrando en el desempeño de mis deberes en una manera aceptable ante vosotros y el Señor. Es vuestro el privilegio de recibir revelación en cuanto a esto y de saber la verdad por vosotros mismos; y es mi privilegio recibir revelación de Dios, como individuo, para mi propia orientación temporal, y nuevamente repito que jamás hubo tiempo sobre la tierra, desde la organización de la Iglesia, en que la espiritualidad del pueblo de Dios haya sido mayor que hoy. —C.R. de abril, 1912, pág. 5.

TODOS DISFRUTAN DEL ESPÍRITU DE LA REVELACIÓN. 

Creo que todo miembro de la Iglesia tiene tanto derecho de disfrutar del espíritu de revelación y del entendimiento de Dios que le comunica ese espíritu

DOCTRINA DEL EVANGELIO

de revelación para su propio beneficio, como lo tiene el obispo para habilitarlo a fin de presidir su barrio. Todo hombre tiene el privilegio de ejercer estos dones y privilegios en el manejo de sus propios asun-tos, en la crianza de sus hijos por el camino que deben seguir y en el cuidado de su granja, sus rebaños, sus hatos y en la dirección de sus negocios, si tiene negocios de otra índole que atender. Es suyo el derecho de gozar del espíritu de revelación y de inspiración para hacer lo correcto, para ser sabio y prudente, justo y bueno en todo lo que hace. Sé que éste es un principio verdadero y también sé que lo sé; y eso es lo que yo quisiera que todos los Santos de los Últimos Días supiesen. —C.R. de abril 1912, pág. 9, 10.

REVELACIÓN NUEVA. 

Que yo sepa, no hay una sola de las ordenanzas de la Iglesia que hoy se conocen o se prectican, que no se reveló a la Iglesia por el Profeta José Smith. No sé de ninguna doctrina nueva que se haya revelado. Los principios que le fueron manifestados al Profeta José han crecido y se han desarrollado con mayor amplitud y claridad al entendimiento; pero no hemos recibido nada nuevo que yo sepa. Sin embargo, si recibiésemos algo nuevo, por los medios apropiados de la Iglesia, debemos estar tan preparados y dispuestos para recibirlo, como lo estuvimos o lo estaríamos, para recibirlo de las manos del Profeta José mismo. —C.R. de octubre, 1900, pág. 47.

CUÁNDO HEMOS DE ESPERAR NUEVA REVELACIÓN.

 No hay cosa alguna que no tengamos en común con los Santos de los Últimos Días. Nada sabemos, y nada predicaremos al pueblo sino aquello que Dios el Señor ha revelado, y aconsejamos a los que ocupan puestos de autori-dad, cuyo deber e incumbencia es enseñar y predicar los principios del evangelio al mundo y a los Santos de los Últimos Días, que limiten sus enseñanzas y sus instrucciones a la palabra de Dios que ha sido revelada. Os aseguro que hay mucho de lo que ha sido revelado que no se está obedeciendo. Falta aún mucho que aprender; mucho que todavía hay que enseñar con el espíritu de instrucción, y mucho que se ha revelado por medio del Profeta José y sus asociados que el pueblo todavía no ha recibido en su corazón, y a lo cual no se ha convertido como debe. Cuando obedezcamos y seamos capaces de observar los preceptos del evangelio, las leyes de Dios y los requisitos del cielo, que ya se han revelado, estaremos en mejor posición y más cerca de la meta de la perfección en prudencia, conocimiento y poder, de lo que estamos hoy. Cuando llegue ese tiempo, entonces habrá otras cosas mayores aún que serán reveladas al pueblo de Dios. Sin embargo, hasta que cumplamos con nuestro deber en aquello que hemos recibido, hasta que seamos fieles en las cosas que hoy son confiadas en nuestras manos, hasta que vivamos de acuerdo con nuestra religión como hoy la tenemos, como el Señor nos la ha dado, el agregar mandamientos, el darnos más luz e inteligencia de la que ya hemos recibido, y la cual todavía no hemos obedecido en forma completa, sólo sería traer más condenación sobre nuestra cabeza. Basta con que vivamos a la luz de la inspiración y revelación actuales, y que cada miembro individual de la Iglesia guarde los mandamientos del Señor y obre en la Iglesia de acuerdo con la orientación del Espíritu en el cumplimiento de su deber. Cada uno de nosotros tenemos el derecho de recibir inspiración de Dios para saber qué es nuestro deber y cómo hemos de cumplirlo. No lo hemos aprendido aún, no todos, pero estamos en buena posición para aprender. El Señor todavía es pa-ciente; es longánime, lleno de amor y gracia hacia todos, y constante-mente estamos mejorando. Creo que somos un poco más fieles en el cumplimiento de nuestros deberes de lo que hemos sido en lo pasado: pero todavía hay mucho campo para mejorar. —C.R. de octubre, 1917, pág. 5.

LA MANERA EN QUE EL SEÑOR REVELA SUS PROPÓSITOS CONCERNIENTES A LA IGLESIA. 

Y sé esto, que Dios ha organizado su Iglesia en la tierra, y sé que cuando El decrete o se proponga hacer cambio alguno en el asunto de gobernar o dirigir o presidir los asuntos de su Iglesia, El efectuará el cambio y lo hará de tal manera que todos los miembros de la Iglesia que estén obrando rectamente, lo entenderán y aceptarán. Sé que el Señor no levantará a "fulano, mengano o zutano", acá y allá y por todas partes, para hacerse pasar por Cristo o "uno fuerte y poderoso", diciendo que ha sido inspirado y llamado para realizar alguna cosa notable. El Señor no obrará con los hombres de esa manera; y mien-tras la organización de la Iglesia exista, mientras los quórumes y consejos del sacerdocio permanezcan intactos en la Iglesia, el Señor revelará sus propósitos por medio de ellos, y no por "fulano, mengano o zutano". Así que, anotadlo en vuestras libretas y tenedlo presente; es cierto. —C.R. de abril, 1912, pág. 10.

LA REVELACIÓN MODERNA ES NECESARIA. 

¿Hemos de entender, pues, que Dios no hace saber, ni en adelante dará a conocer su voluntad a los hombres? ¿Que lo que ha dicho es suficiente? ¿Es suficiente su volun-tad a Moisés, a Isaías y a Juan para los discípulos modernos de Cristo? Los Santos de los Últimos Días impugnan esta doctrina y la declaran ilógica, incongruente y falsa, y dan testimonio a todo el mundo de que Dios vive y que revela su voluntad a los hombres que creen en El y obedecen sus mandamientos, tanto en nuestros días como en cualquiera otra época de la historia de las naciones. El canon de las Escrituras no está lleno. Dios en ningún tiempo ha revelado que cesaría de hablar para siempre a los hombres. Si se nos permite creer que ha hablado, debemos creer y creemos que continúa haciéndolo, porque El es inmutable.

Su voluntad declarada a Abraham no fue suficiente para Moisés, ni su voluntad a Moisés fue suficiente para Isaías. ¿Por qué? Porque sus distintas misiones requirieron instrucciones diferentes; y lógicamente, ocurre otro tanto en lo que atañe a los profetas y pueblo de esta época. El mundo progresista jamás descubrirá toda la verdad hasta que sus habitantes se familiaricen con todo el conocimiento del Ser Perfecto. ¿Cómo llegarán los hombres a familiarizarse con el conocimiento del Padre? Únicamente al grado que El se lo revele. Ahora bien, si se nos pemiite creer que el Señor se reveló a los antiguos, de cuyos hechos leemos en las Escrituras, me parece que no existe una buena razón para creer que no es necesario que El se revele en esta época a otros que desean ser guiados por su Espíritu e inspiración. Toda verdad nueva que se convierte en acción viviente en las vidas de los hombres es en sí misma una revelación de Dios; y sin la revelación de verdad adicional, los hombres no progresarían en este mundo, antes, abando-nados a sí mismos, retrocederían por estar separados de la luz y vida de la gran fuente de toda inteligencia, el Padre de todos nosotros.

¿Qué es revelación, sino el descubrimiento de nuevas verdades por aquel que es la Fuente de toda verdad? Decir que no hay necesidad de nueva revelación equivale a decir que no tenemos necesidad de verda-des nuevas, lo cual es una aseveración ridicula.

Ahora, en cuanto a la utilidad de la revelación moderna, a la cual ya se ha hecho referencia en el breve tratado sobre su necesidad, ninguna indicación hay de que la revelación sea inservible porque no es propio que se acepte en los tribunales. "Dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios." La revelación dada para el conocimiento u orientación personales de cualquier persona no debe comunicarse al público, ni en calidad civil ni religiosa; pero el hecho de que pueda ser (y en dichos casos lo es) considerada impropia para uso público, no es ninguna indicación de que esta revelación no sea de provecho para la persona a quien se dirige. Puede decirse de paso, sin embargo, que la revelación, que tanto perturbó a los ministros, resultó ser correcta y de conformidad con la evidencia y el dictamen del tribunal y jurado.

Nuestro testimonio es que Dios vive y que El habla por su poder a los hombres que lo buscan y creen en El, y de este modo les da a su voluntad en asuntos que atañen no sólo a su Iglesia verdadera, sino a cada persona que lo busca. —Improvement Era, tomo 5, pág. 805.

TEORÍA Y REVELACIÓN DIVINA.

 Nuestros jóvenes son estudiantes dili-gentes. Buscan la verdad y el conocimiento con un celoencomiable, y al hacerlo necesariamente deben adoptar con carácter provisional muchas teorías de los hombres. Sin embargo, en tanto que las reco-nozcan como andamios, útiles para fines de investigación, no puede haber peligro particular en ellas. Es cuando se aceptan estas teorías como verdades básicas, que surgen las dificultades, y entonces el investigador corre grave peligro de ser irremediablemente desviado del camino recto. . .

La Iglesia se ciñe a la autoridad definitiva de la revelación divina, la cual debe ser la norma; y en vista de que la "ciencia" así llamada ha modificado sus deducciones de una época a otra, y dado que la revela-ción divina es verdad y debe permanecer para siempre, los conceptos correspondientes a lo menor deben concordar con las afirmaciones positivas de lo mayor; y además, que en las instituciones fundadas por la Iglesia para la enseñanza de teología, así como otros ramos de educación, las enseñanzas de sus instructores deben concordar con los principios y doctrinas de la Iglesia. . .

Son tantas las verdades materiales comprobadas y prácticas, tantas las certezas espirituales con las cuales la juventud de Sión debe fami-liarizarse, que parece ser una pérdida de tiempo y medios, así como perjudicial para la fe y la religión, penetrar muy profundamente en las teorías hipotéticas del hombre sobre filosofías relacionadas con el origen de la vida, o los métodos utilizados por un Creador Omnis-ciente para poblar la tierra con los cuerpos de hombres, aves y bestias. Más bien, dediquemos nuestras habilidades al análisis práctico de la tierra laborable, al estudio de los elementos, la producción de la tierra, la invención de maquinaria útil, el bienestar social de la raza humana y su alivio material; y en cuanto al resto, cultivar una fe permanente en la palabra revelada de Dios y en los principios salvadores del evangelio de Jesucristo que traen el gozo en este mundo, y la vida eterna y salvación en el mundo venidero.

Las teorías filosóficas de la vida tienen su lugar y su uso, pero no en las clases de las escuelas de la Iglesia; y son más particularmente incongruentes en dicho sitio o en cualquier otro, cuando intentan reemplazar las revelaciones de Dios. El alumno común no puede entrar en estos temas con la profundidad suficiente para lograr alguna utilidad práctica de ellos, y un conocimiento elemental de este asunto sólo tiende a trastornan su fe sencilla en el evangelio, que es de mayor valor para él en la vida que todo el conocimiento del mundo.

La religión de los Santos de los Últimos Días no se opone a ninguna verdad ni a la investigación científica de la verdad. "Lo que se com-prueba aceptamos con gozo—dijo la Primera Presidencia en su saludo de Navidad a los miembros— pero no aceptamos la vana filosofía, teoría humana y meras especulaciones de los hombres, ni adoptamos cosa alguna que sea contraria a la revelación divina o al buen sentido común; pero todo lo que tienda a una conducta propia, que concuerde con la moralidad sana y aumente la fe en Dios, nosotros lo favorecemos, no importa dónde se encuentre."

Una buena guía que pueden adoptar los jóvenes que están resueltos a profundizarse en las teorías filosóficas es la de escudriñarlo todo, pero con cuidado de retener sólo lo que es verdad. La verdad persiste, pero las teorías de los filósofos cambian y son descartadas. Lo que los hombres usan hoy como andamio para fines científicos, desde el cual penetran lo desconocido en busca de verdades, puede ser derribado mañana, después de haber cumplido su objeto; pero la fe es un princi-pio eterno mediante la cual el humilde creyente puede lograr solaz eterno. Es la única manera de encontrar a Dios. —Improvement Era, tomo 14, pág. 548.

La ciencia y la filosofía han pasado por cambio tras cambio en el curso de las edades. Casi no ha pasado un siglo sin que no hayan introducido nuevas teorías de ciencia y filosofía para reemplazar las antiguas tradiciones y la antigua fe y doctrinas sostenidas por filósofos y científicos. Estas cosas pueden pasar por cambios continuos, pero la palabra de Dios es siempre verdadera, siempre exacta. Los principios del evangelio siempre son verdaderos, los principios de fe en Dios, del arrepentimiento del pecado, del bautismo para la remisión de pecados por la autoridad de Dios y la imposición de manos para comunicar el don del Espíritu Santo, estos principios son siempre verdaderos, son siempre absolutamente necesarios para la salvación de los hijos de los hombres, pese a quiénes sean y dónde estén. Ningún otro nombre debajo del cielo es dado sino el de Jesucristo, por el cual podáis ser salvos o exaltados en el reino de Dios. No sólo los ha declarado Dios, no sólo ha anunciado Cristo estos principios por su voz a sus discípu-los, de generación en generación en tiempos antiguos, sino que en estos postreros días han adoptado el mismo testimonio y declarado estas cosas al mundo. Son verdaderas hoy como entonces lo fueron, y debemos obedecer estas cosas. —Improvement Era, tomo 14, pág. 641.

REVELACIÓN Y EVIDENCIA LEGAL

Recientemente un hombre acusado de homicidio compareció ante un magistrado en Salt Lake City. Durante la interrogación por parte del fiscal, el padre político del occiso relató una conversación habida entre él y el acusado poco después de la comisión del crimen. Durante dicha conversación, según informes del diario, el padre político de la víctima imputó el crimen al acusado. En sus repreguntas, el abogado defensor del acusado insistió en que el testigo dijese cómo sabía que el acusado era el culpable del crimen. La respuesta, según la prensa, fue que Dios se lo había revelado. No se aclara en la continuación del acta de la causa si se impugnó o retiró el testimonio, o si el magistrado informó al testigo que tal evidencia era incompetente o no podía aceptarse. La afirmación anterior provocó comentarios en la prensa y ha sido el tema de algunos discursos desde el pulpito. Por supuesto, toda persona debe entender que tal evidencia es inadmisible en un tribunal, y si hubiese acontecido en un juicio ante un jurado, habría sido el deber del juez ordenar que se omitiera el testimonio, y en sus instrucciones al jurado advertirles que lo pasaran completamente por alto. Dada la probabilidad de que haya quienes puedan persistir en relacionar esta evidencia con el cuerpo religioso del cual es miembro el testigo, sería propio decir, sin desacreditar en lo mínimo la convicción del testigo tocante a la revelación que había recibido, que ningún miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días debe considerar, ni por un momento, que tal testimonio sea admisible en un tribunal, y para dar mayor claridad al asunto, también podría decirse que tal evidencia sería inadmisible aun en un tribunal de la Iglesia, donde las reglas de evidencia, aunque no tan técnicas, se basan principalmente en los mismos principios que rigen las reglas de evidencia en un tribunal civil. Cualquier intento, por tanto, de querer aparentar que este tipo de evidencia concuerda con los principios de la fe "mormona" carece completamente de justificación. —Juvenile Instructor, tomo 37, pág. 114 (15 de febrero de 1902).

MEDIOS CORRECTOS DE REVELACIÓN. 

En ocasiones causa pena ver a miembros respetables de la Iglesia, hombres que debían tener mejor criterio, dejarse convertir en instrumentos de espíritus engañadores. Parece que tales hombres, provisionalmente por lo menos, pierden de vista el hecho de que el Señor ha establecido el sacerdocio en su plenitud sobre la tierra; y que se ha hecho por revelación y manda-miento directos del cielo; que El ha instituido un orden de gobierno que trasciende la capacidad y sobrepuja la sabiduría, conocimiento y entendimiento del hombre, y a tal grado, por cierto, que le parece imposible a la mente humana, sin la ayuda del Espíritu de Dios, comprender las bellezas, poderes y carácter del santo sacerdocio. Les parece difícil a los hombres comprender las funciones del sacerdocio, su autoridad legítima, su extensión y poder; y sin embargo, se com-prende fácilmente por la luz del Espíritu; pero no entendiéndolo, los hombres son fácilmente engañados por espíritus seductores que andan por el mundo. Se les hace creer que algo anda mal, y lo que entonces ocurre es que empiezan a creer que fueron escogidos especialmente para poner las cosas en orden. Cuán desafortunado es que un hombre caiga en esta trampa; pues entiéndanlo los Santos de los Últimos Días, que en tanto que los siervos de Dios estén llevando vidas puras, honrando el sacerdocio que les ha sido conferido y esforzándose, con todo el conocimiento que poseen, por magnificar su oficio y llama-miento, a los cuales han sido debidamente elegidos por la voz del pueblo y el sacerdocio,, y confirmados por la aprobación de Dios, cuando el Señor tenga comunicación alguna para los hijos de ¡os hombres o instrucciones cualesquiera para dar a su Iglesia, El transmi-tirá tal comunicación por medio de la vía legalmente instituida del sacerdocio; nunca lo hará en otra forma, por lo menos mientras La iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días exista en su forma actual sobre la tierra.

No es de la incumbencia de ningún individuo levantarse como revelador, como profeta, como vidente u hombre inspirado a fin de dar revelaciones para la dirección de la Iglesia, ni presumir dictar a las autoridades presidentes de la Iglesia en cualquier parte del mundo, mucho menos en medio de Sión dónde las organizaciones del sacerdo-cio son casi perfectas, donde todo está completo, hasta la organización de una rama. Las personas tienen el derecho de ser inspiradas y recibir manifestaciones del Espíritu Santo para su orientación individual, con objeto de fortalecer su fe y alentarlos en las obras de justicia, en ser fieles y observar y guardar los mandamientos que Dios les ha dado; es el privilegio de todo hombre y mujer recibir revelación para tal fin, pero sin ir más allá. Al momento en que un individuo se levanta y asume el derecho de gobernar y dictar o juzgar a sus hermanos, especialmente a los que presiden, se le debe marcar el alto en seguida, o resultarán discordias, división y confusión. Todo hombre y mujer en esta Iglesia debería saber que es una imprudencia ceder a tal espíritu; al momento en que este sentimiento se les presente, deben reprenderlo, ya que se opone diametralmente al orden del sacerdocio y al espíritu y genio de esta obra. No podemos aceptar como autorizado sino lo que viene directamente por medio de la vía señalada, las organizaciones constituidas del sacerdocio, qué es la vía que el Señor ha señalado para dar a conocer su disposición y voluntad al mundo. 

De modo que por conducto de José, el Señor se reveló al mundo, y por medio de él eligió a los primeros élderes de la Iglesia, hombres de corazón honrado que El sabía que recibirían la palabra y obrarían juntamente con José en esta grande e importante empresa; y todos aquellos a quienes se ha conferido el sacerdocio y todos los que han sido nombrados a posición alguna en esta iglesia han recibido su autoridad y comisión por esta vía, indicada por Dios, con José a la cabeza. Este es el orden, y no puede ser de otra manera. Dios no levantará a otro profeta ni a otro pueblo para llevar a efecto la obra que se nos ha señalado. El nunca pasará por alto a los que han sido firmes y fieles desde el principio, por decirlo así, de esta obra, y que todavía son firmes y fieles, si es que continúan siendo fieles a su cometido. No hay ninguna duda en mi mente de que siempre se conservarán leales, como cuerpo, porque si alguno de ellos se torna indigno a la vista de Dios, El lo quitará de su lugar y llamará a otro de entre las filas para que ocupe su puesto. De manera que se verá que su sacerdocio siempre estará constituido por los hombres más apropiados para la posición, de hombres cuyas espaldas estarán capacitadas para la carga, hombres por medio de los cuales puede obrar y conducir los asuntos de su Iglesia de acuerdo con el consejo de su propia voluntad. Y en el momento en que los individuos buscan otra fuente, en ese instante le abren la puerta a las influencias seductoras de Satanás y se exponen a convertirse en siervos del demonio; pierden de vista el orden verdadero mediante el cual pueden disfrutarse las bendiciones del sacerdocio; se salen de la protección del reino de Dios a terreno peligroso. Cuando veáis que un hombre se levanta y afirma haber recibido revelaciones directas del Señor para la Iglesia, independientemente del orden y vía del sacerdocio, podéis tacharlo de impostor. Dios no os ha llamado a que vayáis al mundo para ser enseñados o recibir revelaciones por medio de apóstatas o desconocidos, antes os ha llamado, ordenado y enviado para enseñar y guiar el pueblo por el camino de la rectitud y la salvación.

¿Cómo debe ser? Os lo diré. En primer lugar, toda persona debe saber que el evangelio es verdadero, dado que éste es el privilegio de todo el que se bautiza y recibe el Espíritu Santo. Un hombre podrá sentirse ofendido por motivo de alguna dificultad que tuvo con el presidente Taylor, o Cannon, o conmigo; podrá haber algo en su corazón que le hará creer que no puede sostenernos con su fe y oraciones; mas si tal fuere el caso, ¿cuál es el curso que ha de seguir? Debe decir en su corazón: "Dios ha establecido su reino, y su sacerdo-cio está sobre la tierra; y aun cuando siento desagrado hacia ciertos hombres, sé que el evangelio es verdadero y que Dios está con su pueblo; y que si yo cumplo con mi deber y guardo sus mandamientos, pasarán las nubes, y desaparecerán las tinieblas, y el Espíritu del Señor vendrá en mayor plenitud para ayudarme; y al pasar el tiempo podré ver, si estoy en error, en dónde erré, y entonces me arrepentiré, porque sé que con el tiempo toda cosa impropia será corregida." Creo que todos los hombres debían sentir esto.

Jamás hay a la vez sino uno nombrado para poseer las llaves del reino de Dios pertenecientes a la tierra. Mientras Cristo estuvo en la tierra, El las tuvo; pero al partir las entregó a Pedro porque era el presidente o el principal de los apóstoles; y tenía el derecho de dirigir y recibir revelación para la Iglesia y para dar consejo a todos los hermanos. Después que Satanás y hombres impíos prevalecieron contra la Iglesia, crucificaron al Salvador y mataron a los apóstoles, las llaves del reino fueron quitadas de la tierra. Juan el Teólogo lo explica de la manera más clara; y desde esa época hasta que José Smith fue llamado por la voz del Omnipotente y ordenado para poseer esas llaves, ningún hombre, que sepamos, las tuvo en la tierra. Es cierto que el Señor nombró a otros Doce sobre este continente, y que su Iglesia floreció y prosperó en esta tierra por muchos años, pero el Señor declaró que Pedro, Santiago y Juan, y los Doce que estuvieron con El en Jerusalén, tenían la presidencia sobre ellos. Dios puede revelarse a diferentes naciones y establecer entre ellas el mismo evangelio y ordenanzas como lo hizo antiguamente, si la necesidad lo exigiera, pero si estas naciones llegaran a unirse, habría una cabeza y todos los demás le estarían sujetos. De modo que desde la época en que las llaves de este sacerdocio fueron quitadas de la tierra, hasta que José Smith las recibió, ningún hombre poseyó el sacerdocio, ni sus llaves, con la autoridad para edificar la Sión de Dios y preparar a una iglesia o pueblo para la segunda venida de Cristo, "como una esposa ataviada para su marido", a menos que haya sido entre las tribus perdidas; sin embargo, de esto no sabemos, mas si así fuere, recibirían las llaves necesarias para administrar las ordenanzas del evangelio para su salva-ción. No sabemos de su existencia ni de la condición en que se encuentran. El evangelio que les es dado se acomoda a sus necesidades y condiciones, y es para su salvación y no la nuestra; y sin embargo, será el mismo evangelio. Y Dios no llamará a uno de entre ellos para conferirnos el sacerdocio o darnos las llaves y bendiciones o indicarnos las organizaciones del reino de Dios, porque El ya ha establecido ese sacerdocio aquí y nosotros lo tenemos. Si tiene alguna comunicación que darnos, enviará sus mensajeros a nosotros; y de esta manera El entregará su ley y comunicará su disposición y voluntad al pueblo. 

Lo hará por la vía ordenada del sacerdocio que El reconoce y que ha establecido en la tierra. No recurrirá a ningún otro medio, ni nos enviará a ellos, a menos que se encuentren sin el sacerdocio y se haga necesario llevarles las bendiciones del evangelio, y supongo que tal será el caso.

Cuando José recibió las llaves del sacerdocio, sólo él las poseía en la tierra; es decir, fue el primero; estuvo a la cabeza. Se prometió que no las perdería ni sería quitado de su lugar en tanto que fuese fiel. Cuando murió, la voz del pueblo eligió al presidente Young, y la voz de Dios lo aprobó. El poseyó el sacerdocio que era según el orden del Hijo de Dios, con las llaves que corresponden a la presidencia de este sacerdo-cio sobre la tierra. Lo recibió de manos de José, directamente de él o mediante su autoridad, y lo poseyó hasta su muerte. Cuando falleció, el manto cayó sobre John Taylor, y mientras viva, si es fiel, poseerá esa autoridad. Así fue con Brigham Young; la tuvo con la condición de ser fiel. Si algún hombre se tornase infiel en ese puesto, Dios lo quitaría de su lugar. Testifico en el nombre del Dios de Israel que El no permitirá que el que está al frente de la Iglesia, a quien El ha escogido para estar a la cabeza, quebrante sus leyes y se vuelva apóstata; en el momento que tomara un curso que con el tiempo produjese tal cosa, Dios lo quitaría. ¿Por qué? Porque consentir que un hombre impío ocupara esa posición sería permitir, cual si fuere, que la fuente se corrompiera, cosa que El jamás permitirá.

En cuanto un hombre dice que no se sujetará a la autoridad legal-mente constituida de la Iglesia, bien sean los maestros, el obispado, el sumo consejo, su quorum o la Primera Presidencia, y en su corazón lo confirma y lo lleva a efecto, precisamente en ese momento se aleja de los privilegios y bendiciones del sacerdocio e Iglesia, y se excluye del pueblo de Dios, porque menosprecia la autoridad que el Señor ha instituido en su Iglesia. Estos son los hombres que generalmente se ponen birretes para recibir inspiración (de abajo), y los que a menudo se hallan tan deseosos de guiar a la Iglesia y ponerse a juzgar al sacerdocio. Para nosotros la única manera segura de proceder, como individuos, es vivir tan humilde, recta y fielmente delante de Dios, que podamos poseer su Espíritu al grado de poder juzgar rectamente y discenir la verdad del error, así como el bien del mal; entonces sabre-mos que al procederse en contra de nosotros, en noventa y nueve casos de cada cien nosotros estaremos en error, y que la decisión es justa; y aun cuando en ese momento no podamos ver y sentir su justicia en forma completa, no obstante, nos sentiremos constreñidos a decir que "en tanto que hay dieciséis probabilidades contra una de que yo esté en error, apacible y humildemente me sujetaré". El meollo del asunto es este: El Señor ha establecido su Iglesia, organizado su sacerdocio y conferido la autoridad a ciertos individuos, consejos y quórumes, y el pueblo de Dios tiene el deber de vivir de tal manera que sabrá que los mismos le son aceptables a El. Si empezamos a cercenar a éste o aquél y hacer caso omiso de su autoridad, bien podríamos de una vez dejar a un lado a Dios y decir que El ningún derecho tiene de dictar, —journal of Discourses, tomo 24, págs. 187-194 (1884). (Ogden,21 de junio de 1883.)

DOCTRINA Y CONVENIOS. 

Digo a mis hermanos que el libro de Doctrina y Convenios contiene algunos de los principios mas gloriosos que jamás se han revelado al mundo, algunos de ellos revelados en mayor plenitud al mundo que en cualquier otra época; y esto como cumplimiento de la promesa de los profetas antiguos que en los postreros tiempos el Señor revelaría al mundo cosas que han permanecido ocultas desde la fundación del mismo; y el Señor las ha revelado por medio del Profeta José Smith. —C. R. de octubre, 1913, pág. 9.


LA MANERA DE LEER LA BIBLIA

Lo que caracteriza, más que todo, la inspiración y divinidad de las Escrituras es el espíritu con el cual fueron escritas, y la riqueza espiritual que imparten a quienes fiel y concienzudamente las leen. De manera que nuestra actitud hacia las Escrituras debe concordar con los fines para los cuales se escribieron. Tienen por objeto ensanchar las facultades espirituales del hombre y revelar e intensificar los lazos de parentesco entre él y su Dios. Los que se inclinan a lo espiritual y quienes buscan las verdades espirituales deben estudiar la Biblia, así como todos los demás libros que son Escrituras sagradas, a fin de apreciarlos. —Juveníle Instructor, tomo 47, pág. 204 (abril de 1912). 


TRAS LA REVELACIÓN VIENE LA PERSECUCIÓN

Creo que jamás hubo pueblo alguno, guiado por revelación, reconocido por el Señor, como suyo, al cual no odiaron y persiguieron los impíos y malvados; y quizá ningún otro pueblo sería más perseguido que éste, si el enemigo tuviera hoy el poder para perseguirnos, como el que tuvieron Nerón y los romanos para perseguir a los santos de su época. Nunca ha habido tiempo en que haya estado más fijo y resuelto el corazón de los  malvados para luchar contra el reino y destruirlo de sobre la tierra como ahora; y su fracaso, se deberá únicamente a la imposibilidad de la tarea que han emprendido. Y esto es evidencia para todos de que el sacerdocio de Dios está aquí, que muchos de los santos están magnificando su llamamiento y honrando el sacerdocio y también al Señor, tanto con su vida como con sus medios, que son de El. —Deseret Weekly News, tomo 24, pág. 708 (1875).

(Doctrina del Evangelio pag. 46 )

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Doctrina Del Evangelio Joseph f. Smith                                                                                                                           

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