sábado, 22 de enero de 2011

El liderazgo centrado en principios

El liderazgo centrado
en principios
Según el propio autor de este libro, el aclamado Stephen R. Covey, la gente ineficaz trata de administrar su tiempo basándose en prioridades, mientras que la gente eficaz organiza su vida y sus relaciones basándose en principios, es decir, en leyes naturales y normas que tienen validez universal. 

El liderazgo es la habilidad de aplicar estos principios a los problemas, lo que se traduce en calidad, productividad y relaciones fructíferas para todos. Asi, en esta obra que promete guiamos hacia la realización personal y el éxito profesional a través del "liderazgo centrado en principios"—, el autor del best-seller Los siete hábitos de la gente, altamente efectiva (publicado por Paidós) invita a los lectores a centrar su vida y su liderazgo en principios intemporales. 

Y para ello, demuestra que ninguna persona u organización puede sentirse satisfecha sólo con mantenerse en el punto al que ha llegado, es decir, que las metas de excelencia y calidad total expresan una necesidad innata de ser humano de progresar en el terreno personal, interpersonal y laboral. tasándose en sus veinticinco años de experiencia como docente y asesor, Covey explica cuáles son las seis condiciones de la eficacia y los métodos para lograr la excelencia en una organización. En este sentido, afirma por ejemplo que no hay nada que tienda tanto al fracaso como el propio éxito, y que es necesario comprender las posibilidades de la gente y no únicamente su conducta. Con la integridad, sensibilidad e intuiciones que hicieron de Los siete hábitos de la gente altamente efectiva un extraordinario éxito de ventas. El liderazgo centrado en principios demuestra que el aprendizaje permanente es lo único capaz de fortalecer las relaciones humanas tanto en el trabajo como en el hogar.




Stephen R. Covey es conocido por ser el autor del libro de gran venta: Los siete hábitos de las personas altamente efectivas. Nació el 24 de octubre de 1932 en Salt Lake City (Utah, Estados Unidos).

Stephen Covey reside con su esposa Sandra, y su familia en Provo, Utah, que es en donde se encuentra La Universidad Brigham Young que es precisamente donde el Dr. Covey enseñó antes de la publicación de su prestigioso libro. Stephen Covey además es padre y abuelo, tiene nueve hijos y cuenta con cincuenta y dos nietos; recibió el premio de Paternidad del «National Fatherhood Initiative», (iniciativa nacional de paternidad) en el año 2003. Covey es el fundador de lo que anteriormente se denominaba «Covey Leadership Center», (Centro Covey de liderazgo) en Salt Lake City, Utah, institución que fue luego adquirida por la compañía Franklin Quest, el 30 de mayo de 1997 convirtiéndose en «Franklin Covey Company», una compañía que ofrece sus servicios profesionales a nivel mundial y cuya especialidad consiste en vender cursos y seminarios de formación para la gestión de negocio, herramientas para aumentar la productividad, así como también la Gestión del Tiempo, tanto para individuos como para organizaciones.

Stephen Covey posee una licenciatura en Administración de empresas, que le fue otorgada por la Universidad de Utah (en Salt Lake City), una maestría en Administración de Empresas, obtenida de laUniversidad de Harvard y un doctorado en historia y doctrina de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, otorgado por la Universidad Brigham Young. Prácticamente ha dedicado gran parte de su vida a la enseñanza y practica de los preceptos que detalla en sus libros, de como vivir y liderar organizaciones y familias basándose (centrándose) en principios los cuales él sostiene, son universales y como tales son principios aceptados por las grandes religiones y sistemas éticos del mundo.


 UN FRAGMENTO DE ESTE MAGNIFICO LIBRO

EL LIDERAZGO GUIADO POR UNA BRUJULA.


Los principios correctos son como brújulas: siempre señalan el camino. Y si sabemos
cómo interpretarlos no nos perderemos ni nos confundiremos ni nos aturdirán las voces
y los valores en conflicto.
Los principios son leyes naturales evidentes por sí mismas y con un valor intrínseco.
No cambian ni se desvían. Brindan un “verdadero norte” a nuestras vidas mientras
surcamos las“corrientes” que discurren por nuestro ambiente.
Los principios se aplican en todo momento y lugar. Emergen bajo la forma de valores,
ideas, normas y enseñanzas que edifican, ennoblecen, satisfacen, fortalecen e inspiran a
las personas. La historia muestra cómo los pueblos y las civilizaciones prosperaron en la
medida en que obraron en armonía con principios correctos. En el origen de la
decadencia de las sociedades hay prácticas absurdas que no fueron sino violaciones a
los principios correctos. ¿Cuántos desastres económicos, conflictos entre culturas
diferentes, revoluciones políticas y guerras civiles se habrían evitado si hubiese existido
un mayor compromiso social con los principios correctos?
El liderazgo centrado en principios se fundamenta en el hecho cierto de que no
podemos violar impunemente esas leyes naturales. Creamos o no en ellas, han
demostrado ser eficaces a lo largo de siglos de historia de la humanidad. Los individuos
son más eficaces y las organizaciones más poderosas cuando ambos están guiados y
gobernados por esos principios probados. No son soluciones fáciles e instantáneas a los
problemas personales e interpersonales. Sí son, en cambio, principios fundacionales que
consecuentemente aplicados se convierten en hábitos que permiten transformaciones
fundamentales en los individuos, las relaciones y las organizaciones.
A diferencia de los valores, los principios son objetivos y externos. Funcionan
obedeciendo a leyes naturales, independientemente de las condiciones.
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Los valores son subjetivos son subjetivos e internos; son como mapas. Los mapas, de
por sí, no son territorios; sólo son intentos subjetivos de describir o representar un
territorio. Cuanto mejor alineados estén nuestros valores o mapas con los principios
correctos —con el territorio real, con las cosas tal cual son—, más precisos y útiles
serán. Pero cuando el territorio cambia permanentemente, cuando los mercados varían
en forma constante, todo mapa se hace rápidamente obsoleto.
Un mapa basado en valores puede suministrar cierta descripción útil, pero la brújula,
regida por principios, brinda una incuestionable visión y orientación. Un mapa preciso
es una buena herramienta gerencial, pero una brújula que señala los principios del
“verdadero norte” es una herramienta para el liderazgo y el fortalecimiento de la
autoridad. Al señalar hacia el norte, la aguja refleja su alineamiento con las leyes
naturales. Si nos limitamos a dirigir por medio de mapas, desperdiciaremos muchos
recursos errando sin rumbo y desperdiciando oportunidades.
Nuestros valores suelen reflejar las creencias de nuestro medio cultural. Desde la
niñez desarrollamos un sistema de valores que constituye una combinación de
influencias culturales, descubrimientos personales y pautas familiares. Todo esto se
transforma en el espejo a través del cual miramos el mundo. Evaluamos, definimos
prioridades, juzgamos y nos comportamos según cómo vemos la vida a través de ese
cristal.
Un patrón reactivo habitual lo constituye vivir la vida en compartimientos basados en
valores, donde nuestra conducta es, en gran medida, producto de las expectativas
incorporadas a ciertos roles: cónyuge, padre, hijo, ejecutivo del mundo de los negocios,
líder de la comunidad, etcétera. Puesto que cada uno de estos compartimientos tiene su
propio sistema de valores, las personas sin poder de reacción a menudo terminan
tratando de amalgamar expectativas en conflicto y viviendo según
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diferentes valores, de acuerdo con el rol que juegan o el medio en que se hallan en cada
momento.
Cuando las personas alinean sus valores personales con los principios correctos, se
liberan de las viejas percepciones y paradigmas. Una de las características de los
auténticos líderes es su humildad, que queda de manifiesto en su capacidad para sacarse
las gafas y examinar objetivamente los cristales, analizando hasta dónde sus valores,
percepciones, creencias y comportamientos están alineados con los principios del
“verdadero norte”. Donde aparecen discrepancias (prejuicios, ignorancia o error),
efectúan ajustes para realinearlos más sabiamente. Basarse en principios inmutables
brinda permanencia y consistencia a sus vidas.

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