sábado, 29 de enero de 2011

Liahona Febrero 2011

Pocas alegrías en la vida son más dulces y más duraderas que el saber que uno ha ayudado a otras personas a llevar el evangelio de Jesucristo a su corazón. Todos los miembros de la Iglesia tienen la oportunidad de sentir ese gozo. Al bautizarnos, hicimos la promesa de que seríamos “testigos de Dios en todo tiempo, y entodas las cosas y en todo lugar en que estuviésemos, aunhasta la muerte, para que seamos redimidos por Dios, y se[amos] contados con los de la primera resurrección, paraque teng[amos] vida eterna” (Mosíah 18:9).Todos los miembros aceptan parte de la responsabilidad que se dio a la Iglesia de llevar el evangelio deJesucristo al mundo, dondequiera que se encuentren y mientras vivan. El Señor dijo claramente: “He aquí, osenvié para testificar y amonestar al pueblo, y conviene quetodo hombre que ha sido amonestado, amoneste a su prójimo” (D. y C. 88:81). Los misioneros de tiempo completohan de tener el poder para enseñar a quienes todavía no sean miembros de la Iglesia. Los miembros de la Iglesiahan de tener el poder para encontrar a aquellas personas que el Señor haya preparado aun de que los misioneros les enseñen. Debemos ejercer nuestra fe en que el Señor ha preparado a personas que se encuentran a nuestro alrededor...... Seguir leyendo en Liahona Febrero 2011  
Liahona Febrero 2011                                                                                                                            

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