viernes, 22 de abril de 2011

El consejo de barrio: La clave de la salvación de las almas

El evangelio de Jesucristo tiene como fin ayudar a las familias y a las personas a alcanzar la exaltación. Por esta razón, las doctrinas, los principios y los programas de la Iglesia se centran en responsabilidades establecidas por la Divinidad, como por ejemplo: ayudar a los miembros a vivir el evangelio de Jesucristo, recoger a Israel a través de la obra misional, cuidar del pobre y del necesitado o edificar templos donde los vivos y los muertos puedan redimirse mediante las ordenanzas y los convenios del sagrado sacerdocio.

El consejo de barrio o rama debe desempeñar un papel clave en tales labores. Aprovechando el comienzo del nuevo año, invitamos a cada líder y miembro a meditar en la finalidad exaltadora de la Iglesia y en el potencial del consejo de barrio para influir, bendecir y rescatar a los hijos de nuestro Padre Celestial mientras colaboramos en el cumplimiento de Su gran fin, a saber: “Llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre”. ¿Qué implicaciones tiene esto en mí como líder y miembro de un consejo, o en otro tipo de llamamiento? ¿Qué puedo aportar yo? ¿A quién puedo ayudar? ¿En quién puedo influir?

El pasado mes de agosto, la Presidencia de Área recibió una notable manifestación espiritual. Mientras meditábamos y orábamos respecto a qué hacer como presidencia del Área Europa, cada uno de nosotros alimentó un fuerte deseo de duplicar el número de miembros activos de la Iglesia en Europa durante los próximos diez años. Fuimos al templo en espíritu de oración y ayuno, y cada uno recibió una portentosa confirmación del Espíritu. Aquella experiencia es el motor de nuestros pensamientos, metas, planes y acciones. Oramos durante la elaboración de un Plan de Área y nos reunimos como presidencia y con los Setentas de Área. Actualmente estamos reuniéndonos con los presidentes de misión y de estaca en reuniones de coordinación. Estamos tratando de llegar a todos y cada uno, siempre que nos sea posible, y constantemente revisamos y evaluamos nuestro trabajo.





El ejemplo de nuestra labor en el Área ha inspirado a muchos de nuestros presidentes de estaca y de misión, por lo que invitamos a cada consejo de barrio o rama del Área Europa a orar para recibir revelación respecto a la finalidad exaltadora de la Iglesia. El Señor prometió: “Deléitate…en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón” (Salmos 37:4). Les prometemos que el Señor les bendecirá con deseos divinos y sagrados. Al aconsejarse unos a otros, orar y buscar una confirmación, el Señor confirmará con fuerza sus deseos para que puedan fijar metas tanto personales como de barrio. En Predicad Mi Evangelio leemos: “Las metas reflejan los deseos de nuestro corazón y nuestra visión de lo que podemos lograr. A través de las metas y los planes, nuestras esperanzas se transforman en acción. El fijar metas y el hacer planes son actos de fe” (pág. 156).

No esperamos que ustedes adopten nuestras metas y las apliquen directamente a sus circunstancias. Es importante que aprendan a fijar sus propias metas y trazar sus planes con espíritu de oración. El poder del Señor penetrará sus corazones y morará en sus unidades como respuesta a la unión que reine entre ustedes, y disfrutarán de las mismas bendiciones que recibieron los miembros de la Iglesia de la época de Alma: “Y les mandó que no hubiera contenciones entre uno y otro, sino que fijasen su vista hacia adelante con una sola mira, teniendo una fe y un bautismo, teniendo entrelazados sus corazones con unidad y amor el uno para con el otro. Y así les mandó predicar. Y así se convirtieron en hijos de Dios” (Mosíah 18:21-22).

El obispo no está solo; hay otras personas llamadas a ayudarle. En esta Iglesia, todo el que es llamado tiene autoridad de Dios. Se nos invita a participar unidos en la salvación de las almas y, como consejos de la Iglesia, tener “una sola mira, teniendo una fe y un bautismo, teniendo entrelazados [los] corazones con unidad y amor el uno para con el otro”. Así es como también nosotros llegaremos a ser hijos de Dios.

Los consejos de barrio y de rama pueden adaptar los poderosos principios de las Escrituras. Como sucede con todos los principios del evangelio, éstos nos ayudan a incrementar nuestra propia fe en Jesucristo y traer salvación a nuestra alma (véase D. y C. 4:4).

El consejo debe reunirse a menudo con el deseo y el plan de ayudar tanto a miembros como a no miembros a “venir a Cristo”, así como a recordar y observar los convenios que han hecho:



“No obstante, se mandó a los hijos de Dios que se congregaran frecuentemente, y se unieran en ayuno y ferviente oración por el bien de las almas de aquellos que no conocían a Dios” (Alma 6:6).
Recordamos a los miembros de la Iglesia que deben ser fieles a sus convenios, e invitamos a las demás personas a conocer el evangelio, arrepentirse y ser bautizadas:

“Os hablo por vía de mandamiento a vosotros que pertenecéis a la iglesia; y por vía de invitación os hablo a los que no pertenecéis a ella, diciendo: Venid y bautizaos para arrepentimiento, a fin de que también participéis del fruto del árbol de la vida” (Alma 6:62).
Invitamos a las personas cuando oramos por ellas, y luego cuando les pedimos que vengan, vean y sientan:


“Alzad, pues, vuestra luz para que brille ante el mundo. He aquí, yo soy la luz que debéis sostener en alto: aquello que me habéis visto hacer. He aquí, habéis visto que he orado al Padre, y todos vosotros habéis sido testigos. Y habéis visto que he mandado que ninguno de vosotros se alejara, sino más bien he mandado que vinieseis a mí, a fin de que palpaseis y vieseis; así haréis vosotros al mundo…” (3 Nefi 18:24--25).

Nunca demos la espalda a nadie:

“No obstante, no lo echaréis de vuestras sinagogas ni de vuestros lugares donde adoráis, porque debéis continuar ministrando por éstos; pues no sabéis si tal vez vuelvan, y se arrepientan, y vengan a mí con íntegro propósito de corazón, y yo los sane; y vosotros seréis el medio de traerles la salvación” (3 Nefi 18:32).

Debemos invitar a las personas “una por una”:

“Y aconteció que los de la multitud se adelantaron y metieron las manos en su costado, y palparon las marcas de los clavos en sus manos y en sus pies; y esto hicieron, yendo uno por uno, hasta que todos hubieron llegado; y vieron con los ojos y palparon con las manos, y supieron con certeza, y dieron testimonio de que era él, de quien habían escrito los profetas que había de venir” (3 Nefi 11:15).

La puesta en práctica de principios verdaderos hará crecer nuestro testimonio. Creceremos en número y en fortaleza. Nuestros jóvenes permanecerán activos y se prepararán para la misión; los miembros menos activos volverán a la actividad; muchos más de los hijos de nuestro Padre Celestial se unirán a la Iglesia y disfrutarán de las bendiciones del evangelio. Los resultados nos dejarán atónitos (véase Helamán 3:25--26).

Un obispo de Sheffield, Inglaterra, tuvo un sueño en el que vio cómo su barrio prosperaba enormemente. En respuesta a aquel sueño, recibió otra pareja de misioneros, relevó a sus dos consejeros y llamó a uno de ellos como líder misional del barrio y al otro como ayudante de aquél. Trazaron un plan misional en el consejo de barrio y se fijaron una meta de 24 bautismos para 2009, además de decidir invitar a los menos activos a volver a la Iglesia. En enero de 2009 tenían una asistencia de 100 personas a la reunión sacramental. Sólo tardaron seis meses en lograr la meta de 24 bautismos y en poco tiempo ya disfrutaban de una asistencia de 160 personas a las reuniones dominicales. Estamos seguros de que veremos cómo progresan los barrios donde el obispo y el consejo de barrio trabajen en unión. 

Veremos cómo Sión prospera y “[aumenta] en belleza y santidad; sus fronteras se han de ensanchar; deben fortalecerse sus estacas; sí, de cierto os digo, Sión se ha de levantar y vestirse con sus ropas hermosas” (D. y C. 82:14).


(Presidente Kopischke Mensaje de la Presidencia de Área ( España)  para la revista Liahona de enero de 2010)

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