jueves, 25 de noviembre de 2010

REGLAS PARA LA SECCION DE PREGUNTAS Y RESPUESTAS

DENTRO DE ESTA SECCIÓN PUEDES MANDAR DUDAS, COMENTARIOS O PREGUNTAS SOBRE TEMAS VARIOS SOBRE LA IGLESIA, ORGANIZACIÓN, DOCTRINA, ETC.. Y SE CONTESTARAN LO MAS PRONTO POSIBLE.

TEMAS DEL TEMPLO NO SERÁN CONSIDERADOS A MENOS QUE SEAN TEMAS QUE SI SE PUEDAN TRATAR Y QUE ALGUNAS AUTORIDADES HAYAN HABLADO ABIERTAMENTE DE ELLO EN UNA CONFERENCIA O MANUAL OFICIAL DE LA IGLESIA.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

FACEBOOK de Barrio Tepalcapa.

UN LIBRO CON UNA PROMESA


UN LIBRO CON UNA PROMESA

ÉLDER CRAIG C. CHRISTENSEN
De los Setenta

Ruego que continuemos utilizando El Libro de Mormón:
Otro Testamento de Jesucristo, para compartir el mensaje
del Evangelio con familiares y amigos.

Mis queridos hermanos y hermanas, ha sido un privilegio sagrado unirme a ustedes para sostener al presidente Thomas S. Monson, a sus consejeros de la Primera Presidencia y a los Doce Apóstoles como profetas, videntes y reveladores. Testifico que los profetas “[hablan] conforme los inspire el Espíritu Santo.“Y lo que hablen cuando sean inspirados por el Espíritu Santo será Escritura, será la voluntad del Señor…y el poder de Dios para salvación” (D. y C. 68:3–4). Como miembros de La Iglesia de
Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, tenemos el beneficio y la bendición de contar con Escrituras vivas en lo que declaran los que hemos sostenido como profetas, así como también las Escrituras canonizadas que se encuentran en la Biblia, el Libro de Mormón, Doctrina y Convenios, y La
Perla de Gran Precio. El profeta Nefi escribió: “…mi alma se deleita en las Escrituras, y mi corazón las medita, y las escribo para la instrucción y el beneficio de mis hijos” (2 Nefi 4:15). Las Escrituras, en especial el Libro de Mormón, nos llevan a creer en Dios y a “reconciliar[nos] con él por medio de la expiación de Cristo, su Unigénito Hijo” (Jacob 4:11).Hace varios meses, un amigo y yo tuvimos la oportunidad de regalarle un juego de Escrituras a un compañero que no es miembro de la Iglesia.
Sabiendo que quizás eso podría ser un acontecimiento que cambiaría su vida y la nuestra, hicimos grabar su nombre en cada tomo. Al presentarle esos registros sagrados, notamos que se sintió muy conmovido por el significado y la sinceridad de nuestro presente. Examinó cada libro por varios minutos sin decir palabra, acariciando la tapa con la mano y dando vuelta las páginas. Reconociendo la importancia del momento, le mostramos la portada del Libro de Mormón y comenzamos a explicarle que el Libro de Mormón era otro testamento o testigo de Jesucristo. Entonces él hizo una pregunta que todos los miembros con espíritu misional desean escuchar: “¿Porqué necesitamos testigos de Jesucristo
adicionales a la Biblia?”. En lugar de responderle rápido, le preguntamos por qué pensaba él que eso era importante. Su respuesta parecía ser aún más inspirada que su pregunta; él dijo que, como aparentemente había muchas variaciones de la Biblia y de sus enseñanzas, necesitábamos una voz
aclaradora, algo que nos ayudara a entender mejor la Biblia. Su observación abrió la puerta para que compartiéramos nuestros sentimientos y testimonio acerca de la Biblia y también del Libro de Mormón.
Para comenzar, expresamos nuestra devoción y profunda convicción de las doctrinas y las enseñanzas 
de la Biblia, en especial del Nuevo Testamento. Poder leer muchas de las palabras del Salvador cuando Él enseñó el Evangelio durante Su ministerio terrenal nos fortalece, nos ayuda a conocerlo y nos enseña que podemos llegar a ser más semejantes a Él. Después, declaramos que, al igual que la Biblia, el Libro de Mormón es una evidencia adicional de que Dios ama a todos Sus hijos y que ha proporcionado el camino para que regresemos a vivir con Él nuevamente. La siguiente hora repasamos muchos aspectos del Libro de Mormón, incluso su historia y su origen divino. Permítanme compartir algunas cosas de las que hablamos. Un libro con una promesa Primero le explicamos que el Libro de Mormón es un libro con una promesa. Aunque su historia en sí es cautivante, es un libro de importancia doctrinal que se debe recibir y leer bajo la influencia del Espíritu Santo. Todos los que estudian y meditan sus enseñanzas reciben la promesa que se encuentra en el último capítulo de Moroni (véase Moroni 10:3–4) y también en la introducción del Libro de Mormón, donde leemos: “Invitamos a toda persona, dondequiera que se encuentre, a leer el Libro de Mormón, a meditar en su corazón el mensaje que contiene y luego a preguntar a Dios, el Padre Eterno, en el nombre de Cristo,si el libro es verdadero. Quienes así lo
hagan y pidan con fe lograrán un testimonio de la veracidad y la divinidad del libro por el poder del Espíritu Santo”. Luego, pasamos varios minutos enseñándole acerca de la oración y cómo el Espíritu Santo puede hablar al corazón y confirmar que el Libro de Mormón es verdadero. Después de eso, declaramos que el Libro de Mormón es un libro con un propósito. En la portada leemos que el Libro de Mormón fue “escrito por vía de mandamiento” y “por el espíritu de profecía y de revelación” para “aparecer por el don y el poder de Dios” a fin de convencer a cada uno de nosotros de que “Jesús es el Cristo, el Eterno Dios”. En una expresión personal de ese propósito, Nefi, como uno de los autores del Libro de Mormón, escribió: “Porque toda mi intención es persuadir a los hombres a que vengan al Dios de Abraham, y al Dios de Isaac, y al Dios de Jacob, y sean salvos” (1 Nefi 6:4). También le explicamos que el Libro de Mormón enseña “el gran plan de felicidad” (Alma 42:8; véase también versículos 5, 13, 31; 2 Nefi 9). En términos profundos pero entendibles, el Libro de Mormón enseña el propósito de la vida, de dónde vinimos y qué ocurre al morir. Aprendemos sobre la fe en Jesucristo y Su sacrificio expiatorio, sobre el arrepentimiento, la importancia del bautismo por inmersión, y del don y el poder del Espíritu Santo. Al estudiar las doctrinas del Libro de Mormón y deleitarnos en ellas, obtenemos “un fulgor perfecto de esperanza y amor por Dios y por todos los hombres”, con el deseo de “[perseverar] hasta el fin” para que “[tengamos] la vida eterna” (2 Nefi 31:20). Más importante aún, declaramos que el Libro de Mormón es un libro que testifica que Jesús es el Cristo, el Salvador del mundo. Grandes profetas en todo el Libro de Mormón han dado solemne testimonio de que Jesucristo es el Creador de la tierra (véase Mosíah 3:8), el Redentor del género humano (véase Helamán5:9–12), el Unigénito del Padre (véase1 Nefi 11:18–21; Jacob 4:11). Esos profetas del Libro de Mormón lo conocían, al igual que Abraham y Moisés, y recibieron y enseñaron Su Evangelio sempiterno. Al leer y estudiar las palabras de esos profetas, obtenemos una comprensión más profunda del incomparable amor del Salvador, de Su vida y ejemplo perfectos y de las bendiciones de Su gran sacrificio expiatorio. A continuación testificamos que el Libro de Mormón es una evidencia tangible de que José Smith fue escogido por la mano del Señor para restaurar la Iglesia de Jesucristo sobre la tierra en estos últimos días. Tal como
se declara en la introducción del Libro de Mormón: “Aquellos que obtengan [un] testimonio divino del Santo Espíritu [sobre la divinidad del Libro de Mormón] también llegarán a saber, por el mismo poder, que Jesucristo es el Salvador del mundo, que José Smith ha sido su revelador y profeta en estos últimos días, y que La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días es el reino del Señor que de nuevo se ha establecido sobre la tierra”. Desde que Samuel Smith partió para predicar el Evangelio con unos pocos ejemplares de la primera edición, el Libro de Mormón ha bendecido la vida de millones de personas en el mundo. Ruego que continuemos utilizando El Libro de Mormón: Otro Testamento de Jesucristo, para compartir el mensaje del Evangelio con familiares y amigos. Si lo hacemos, como en el caso de nuestro querido amigo, muchos responderán con gran interés por saber más acerca de la vida y la misión del Salvador y de Su gran plan de felicidad para cada uno de nosotros. Expreso mi solemne testimonio de que el Libro de Mormón es verdadero. Es un libro que ha producido un potente cambio en mi vida. Sé que Dios vive; Jesús es el Cristo; Su Evangelio ha sido restaurado sobre la tierra. 
El presidente Thomas S. Monson es Su profeta y Su oráculo viviente en estos días. El espíritu que siento al leer, meditar y orar diariamente acerca del Libro de Mormón, fortalece mi comprensión y testimonio de estas cosas y me reafirma que son verdaderas. 
Comparto este testimonio humildemente con ustedes y mi testimonio personal, en el nombre de Jesucristo. Amén. ■

EL LIBRO DE MORMÓN: LA CLAVE DE NUESTRA RELIGIÓN

Mis amados hermanos: Hoy quisiera hablar sobre uno de los dones más importantes que se han dado al mundoen tiempos modernos. El don en el que estoy pensando es mas importante que las invenciones que han surgido de la revolución industrial y tecnologica. Este es un don de mayor valor aún para el género humano que los muchos adelantos maravillosos que hemos visto en la medicina moderna. Es de mayor valor para el género humano que la evolución de los vuelos y viajes espaciales. Hablo del don del Libro de Mormón, entregado al género humano hace ya ciento cincuenta y seis años.

Este don fue preparado por la mano del Señor durante un período de más de mil años, luego escondido por El para preservarlo en su pureza para nuestra generación. Quizá no haya nada que testfique más claramente de la importancia de este libro moderno de Escrituras que lo que el Señor mismo ha dicho sobre él.

Por su propia boca ha dado testimonio de que (1): es verdadero (D. y C. 17:6); (2) contiene la verdad y sus palabras (D. y C. 19:26); (3) se tradujo por el poder del cielo (D. y C. 20:8); (4) contiene la plenitud el evangelio de Jesucristo (D. y C. 20:9; D y C 42:12); (5) fue dado por inspiración y confirmado por el ministerio de ángelos D. y C. 20:10); (6) da evidencia de que las Escrituras sagradas son verdaderas (D. y C. 20:11); y (7) aquellos que lo reciban con fe recibirán la vida eterna (D. y C. 20:14).

Un poderoso segundo testimonio de la importancia del Libro de Mormon es el darse cuenta del momento en que el Señor permitió que se publicara, dentro del cuadro cronológico de la Restauración. Lo único que le precedió fue la Primera Visión. En esa manifestación maravillosa, el profeta José Smith entendió la verdadera naturaleza de Dios y que Dios tenía una obra que encomendarle. La aparición del Libro de Mormón fue lo que le siguió.

Pensad en eso y en lo que implica. La aparición del Libro de Mormón precedió a la restauración del sacerdocio. Se publicó unos pocos dias antes de que se organizara la Iglesia. A los santos se les dio el Libro de Mormón para que lo leyesen antes de que se les dieran las revelaciones que detallaban enseñanzas tales como los tres grados de gloria, el matrimonio celestial y la obra vicaria. Apareció antes de la organización de los quórumes del sacerdocio y de la Iglesia. ¿No nos dice esto algo sobre las consideraciones del Señor sobre esta sagrada obra?.

¿No nos dice esto algo sobre cómo considera el Señor con respecto a este libro, no debería sorprendernos que también nos dé advertencias solemnes sobre cómo recibirlo. Después de indicar que aquellos que reciban el Libro de Mormón con fe, obrando con rectitud, recibirán una corona de vida eterna (véaseD. y C. 20:14), el Señor continúa con esta exhortación: "Mas para quenes endurezcan sus corazones en la incredulidad y lo rehacen, se tornára para su propia condenación" (D. y C. 20:15).

En 1829, el Señor advirtió a los santos que no deberían jugar con las cosas sagradas el Señor advirtió a los santos que no deberían jugar con las cosas sagradas (véase D. y C. 6:12). Ciertamente, el Libro de Mormón es sagrado, y sin embargo muchos juegan con él, o sea, lo toman a la ligera, sin darle mucha importancia.

En 1832, cuando algunos de los primeros misioneros regresaban de su campo de labor, el Señor les reprendió por tratar el Libro de Mormón a la ligera. Les dijo que, como resultado de esa actitud, sus mientes se habían ofuscado. El tratar este libro sagrado a la ligera no solamente les había dejado en tinieblas a ellos mismos, sino que tambiíen había traído condenación a toda la Iglesia, aun a los hijos de Sión. Y luego dijo el Señor: "Y permanecerán bajo esta condenación hasta que se arrepientan y recuerden el nuevo convenio, a saber, el Libro de Mormoñ (D. y C. 84:54-57).

¿Es razón para que hoy nos parezca el Libro de Mormón menos importante el hecho de que lo hayamos tenido por más de un siglo y medio? ¿Recordamos el nuevo convenio, a saber, el Libro de Mormón? En la Biblia tenemos el Antiguo y el Nuevo Testamento. La palabra testamento es el equivalente en inglés de una palabra griega que se puede traducir como convenio. ¿Es esto lo que quiso decir el Señor cuando le llamó al Libro de Mormón "el nuevo convenio"? Porque es en realidad otro testamento o testigo de Jesús. Esta es una de las razones por las que recientemente agregamos las palabras "Otro testamento de Jesucristo" al título del Libro de Mormón. (Énfasis agregado)

Si a los primeros Santos se les reprendió por tratar el Libro de Mormón a la ligera, ¿acaso estamos nosotros bajo una condenación menor si hacemos lo mismo hoy día? El Señor mismo da testimonio de que es de importancia eterna. ¿Puede un pequeño grupo de nosotros traer condenación a toda la Iglesia por jugar con cosas sagradas? ¿Qué diremos en el Día del Juicio, cuando nos enfrentemos a El y encontremos su mirada indagante, si nos contamos entre aquellos que han olvidado el nuevo convenio?

Existen tres grandes razones por las cuales los Santos de los Ultimos Días deberían hacer del estudio del Libro de Mormón un esfuerzo de toda la vida.

La primera es que el Libro de Mormón es la clave de nuestra religión. Así lo declaró el profeta José Smith. El testificó que "el Libro de Mormón era el más correcto de todos los libros sobre la tierra, y la clave de nuestra religión¨ (Enseñansas del profeta José Smith, pág. 233) La clave es la piedra central o angular de un arco. Sostiene a todas las demás en su lugar, y si se quita, el arco se derrumba.

Hay tres formas en que el Libro de Mormón es la clave de nuestra religión. Es la clave en el testimonio de Jesucristo. Es la clave de nuestra doctrina. Es la clave del testimonio.

El Libro de Mormón es la clave en nuestro testimonio de Jesucristo, quien a la vez es la clave de todo lo que hacemos. Con poder y claridad testifica de Su realidad. A diferencia de la Biblia, que pasó por generaciones de copistas, traductores y religiosos corruptos que manipularon indebidamente el texto, el Libro de Mormón vino de escritor a lector en un solo paso inspirado de traducción. Por lo tanto, su testimonio del Maestro es claro, puro y poderoso. Pero es más aún que sólo eso. La mayoría del mundo cristiano actual rechaza la divinidad del Salvador. Pone en tela de juicio su nacimiento milagroso, su vida perfecta y la realidad de su gloriosa resurrección. El Libro de Mormón enseña en términos claros e inequívocos la autenticidad de tales hechos. También proporciona la explicación. Verdaderamente, este libro divinamente inspirado es una clave que da testimonio al mundo de que Jesús es el Cristo (véase) la portada del Libro de Mormón.

El Libro de Mormón es también la clave de la doctrina de la resurrección. Como mensioné anteriormente, el Señor mismo ha declarado que el Libro de Mormón contiene "la plenitud del evangelio de Jesucristo" (D. y C. 20: 9). Eso no quiere decir que contiene todas las enseñanzas, no toda la doctrina jamás revelada. Más bien, quiere decir que en el Libro de Mormón encontraremos la plenitud de la doctrina que se requiere para nuestra salvación. Y se enseña clara y simplemente a fin de que aun los niños puedan aprender los senderos de salvación y exaltación. El Libro de Mormón ofrece tantas cosas que ensanchan nuestro conociemiento de la doctrina de salvación. Sin él, mucho de lo que se enseña en otras Escrituras no sería tan claro y precioso.

Finalmente, el Libro de Mormón es la clave del testimonio. Al igual que el arco se derrumba si se la quita la piedra angular, así también toda la Iglesia se sostiene, o cae, en base a la veracidad del Libro de Mormón. Los enemigos de la Iglesia entienden esto claramente, y ésa es la razón por la que luchan tan arduamente para tratar de desacreditar el Libro de Mormón, porque si puenden lograrlo, el profeta José Smith va incluido. Allí van también nuestra afirmación de que poseemos las llaves del sacerdocio, y la revelación y la restauración de la Iglesia. Pero igualmente, si el Libro de Mormón es verdadero--y millones ya han testificado que han recibido la confirmación del Espíritu de que es en realidad verdadero--debe uno aceptar las afirmaciones de la restauración y todo lo que le acompaña.

Si, mis amados hermanos, el Libro de Mormón es la clave de nuestra religión--la clave en el testimonio de nuestro Señor y Salvador.

La segunda gran razón por la que debemos hacer del Libro de Mormón el centro de nuestro estudio es porque fue escrito para nuestros días. Los Nefitas nunca tuvieron el libro, ni tampoco los lamanitas de la antigúedad. Fue escrito para nosotros. Mormón escribió cerca del fin de las civilización nefita. Bajo la inspiración de Dios, quien ve todas las cosas desde el principio, recopiló registros de siglos, escogiendo las historias, discursos y acontecimientos que más nos serían de provecho.

Todos los escritores principales del Libro de Mormón testificaron que escribían para generaciones futuras. Nefi dijo: "Dios el Señor me ha prometido que estas cosas que escribo serán guardadas, y preservadas y entregadas a los de mi posteridad, de generación en generación" (2 Nefi 25:21). Su hermano Jacob, quien lo sucedió, escribió palabras similares: "Porque [Nefi] dijo que la historia de su pueblo debería grabarse sobre sus otras planchas, y que yo debía conservar estas planchas y transmitirlas a mis posteridad, de generación en generación" Jacob 1:3Tanto Enós como Jarom indicaron que ellos tampoco estaban escribiendo para su propia gente, sino para generaciones futuras (véase Enos 1:15-16 Jarom 1:2

Mormón mismo dijo: "Sí hablo a vosotros, un resto de las casa de Israel" Moroni 7:1 Y Moroni, el último de los inspirados autores, realmente vio nuestros días y época. "He aqui", dijo, "el Señor me ha mostrado cosas grandes y maravillosas concernientes a lo que aparezcan estas cosas entre vosotros.

"He aqui, os hablo como si os hallaseis presentes, y sin embargo, no lo estáis. Pero he aquí Jesucristo me os ha mostrado, y conozco vuestras obras" (Mormon 8:35)

Si ellos vieron nuestros días, y eligieron aquellas cosas que serían de máximo valor para nosotros, ¿no es eso suficiente razón para estudiar el Libro de Mormón? Constantemente deberíamos preguntarnos: "¿Por qué inspiró el Señor a Mormón [o a Moroni o a Alma] para que incluyera esto en su registro? ¿Qué lección puedo aprender de esto que me ayude a vivir en esta época?"

Y hay ejemplo tras ejemplo de cómo contestar esta pregunta. Por ejemplo, en el Libro de Mormón encontramos un modelo para preparanos para la Segunda Venida. Un gran parte del Libro se centra en las pocas décadas antes de la venida de Cristo a América. Por medio de un estudio cuidadoso de ese período, podemos determinar por qué algunos fueron destruidos en los terribles juicios que precedieron su venida y qué indujo a otros a pararse ante el templo, en la tierra de la Abundancia, y meter sus manos en las heridas de las manos y los pies del Señor.

Del Libro de Mormón aprendemos cómo viven los discípulos de Cristo en tiempos de guerra. Por el Libro de Mormón vemos las iniquidades de las combinaciones secretas expuestas en una gráfica y fría realidad. En el Libro de Mormón encontramos lecciones para enfrentar la persecución y la apostasía. Aprendemos mucho sobre cómo hacer la obra misional. Y más que nada, en el Libro de Mormón vemos los peligros del materialismo y de poner nuestro corazón en las cosas del mundo. ¿Puede alguien dudar que este libro sea para nosotros y que en él encontremos gran poder, consuelo y protección?

La tercera razón por la cual el Libro de Mormón es de tanto valor para los Santos de los Ultimos Días se da en la misma declaración del profeta José Smith, citada anteriormente. Él dijo"Declaré a los hermanos que el Libro de Mormón era el más correcto de todos los libros sobre la tierra, y la clave de nuestra religión; y que el hombre se acercaría más a Dios por sequir sus preceptos que los de cualquier otro libro" (Enseñanzas del profeta José Smith), págs. 233'234). Esta es la tercera razón para estudiar el Libro de Mormón. Nos ayuda a acercarnos a Dios. ¿No existe algo muy profundo en nuestro corazón que añore acercarse más a Dios, ser más como El en nuestros quehaceres diarios, sentir su presencia constantemente? Si es así, el Libro de Mormón nos ayudará a lograrlo más que ningún otro libro.

No es sólo que el Libro de Mormón nos enseña la verdad, aunque en realidad así lo hace. No es sólo que el Libro de Mormón da testimonio de Cristo, aunque de hecho lo hace también. Sino hay algo más que eso. Hay un poder en el libro que empezará a fluir a vuestra vida en el momento en que empecéis a estudiarlo seriamente. Encontraréis mayor poder para resistir la tentación. Encontraréis el poder para manteneros en el camino angosto y estrecho. A las Escrituras se les llama "las palabras de vida" (véaseD. y C. 84:85), y en ningún otro caso es eso más verdadero que en el del Libro de Mormón. Cuando empecéis a tener hambre y sed de estas palabras, encontraréis vida en mayor abundancia.

Nuestro amado hermano, el presidente Marion G. Romney, quien celebró sus 89 años el mes pasado y quien sabe por sí mismo del poder que contiene este libro, testificó sobre las bendiciones que pueden llegar a la vida de aquellos que lean y estudien el Libro de Mormón. Él dijo:

"seguro de que si los padres leen el Libro de Mormón en forma regular y con oración, solos y con sus hijos, el gran espíritu de este libro penetrará en sus hogares y morará [entre] ellos; el espíritu de revelación aumentará y el respeto y la consideración mutuos serán aún mayores, desvaneciéndose así el ánimo de contención; los padres aconsejarán a sus hijos con más amor y sabiduría, y los hijos serán más sensibles y sumisos al consejo de sus padres; la justicia aumentará; la fe, la esperanza y la caridad, que constituyen el amor puro de Cristo, engalanarán nuestro hogar, llevándonos paz, gozo y felicidad" (Liahona, jul. de 1980, pág. 109).

Esas promesas '' el aumento de amor y armonía en el hogar, un mayor respeto entre padres e hijos, mayor espiritualidad y rectitud'' no son promesas vanas, sino es exactamente lo que el profeta José Smith quiso decir cuando declaró que el Libro de Mormón nos ayudará a acercarnos más a Dios.

Hermanos y hermanas, os imploro de todo corazón que consideréis con gran solemnidad la importancia del Libro de Mormón para vosotros personalmente y para la Iglesia colectivamente.

Hace más de diez años hice la siguiente declaración concerniente al Libro de Mormón:

"¿Habrá consecuencias eternas que dependan de nuestra reacción a este libro? Sí, ya sea para nuestra bendición o para nuestra condenación.
"Todo Santo de los Ultimos Días debería hacer del estudio de este libro el propósito de su vida. De otro modo está poniendo en peligro su alma, descuidando aquello que puede darle unidad espiritual e intelectual a toda su vida. Existe una gran diferencia entre un converso edificado en la roca de Cristo a través del Libro de Mormón, que permanece aferrado a esa barra de hierro que le sirve de constante guía, y otro que no lo está" (Liahona, ago. de 1975, pág. 45).

Reafirmo esas palabras a vosotros hoy. No permanezcamos bajo condenación, con sus castigos y juicios, por el hecho de tratar ligeramente este gran y maravilloso don que nos ha concedido el Señor. Más bien, obtengamos las promesas que se reciben al atesorarlo en nuestro corazón.

En las sección 84, versículos 54 al 58 de Doctrina y Convenios, leemos:

"Y en ocasiones pasadas vuestras mentes se han ofuscado a causa de la incredulidad, y por haber tratado ligeramente las cosas que habéis recibido, "Y esta incredulidad y vanidad han taído la condenación sobre toda la iglesia.
"Y esta condenación pesa sobre los hijos de Sión, sí, todos ellos;
"Y permanecerán bajo esta condenacíon hasta que se arrepientan y recuerden el nuevo convenio, a saber, el Libro de Mormón y los mandamientos anteriores que les he dado, no sólo de hablar, sino de obrar de acuerdo con lo que he escrito,
"A fin de que puedan traer frutos dignos para el reino de su Padre; de lo contrario, queda por derramarse un castigo y juicio sobre los hijos de Sión." (D&C 84:54-58)
Desde la última conferencia he recibido muchas cartas de los Santos, tanto jóvenes como adultos, de todas partes del mundo, que han aceptado el compromiso personal de estudiar el Libro de Mormón.

Me han emocionado sus relatos de cómo el libro ha cambiado su vida y cómo se han acercado más al Señor como resultado de su dedicación. Estos gloriosos testimonios le han reafirmado a mi alma las palabras del profeta José Smith de que el Libro de Mormón es verdaderamente "la clave de nuestra religión" y de que el hombre "se acercaría más a Dios por seguir sus preceptos que los de cualquier otro libro".

Este es mi ruego, que el Libro de Mormón se convierta en la clave de nuestra vida, en el nombre de Jesucristo. Amé

¿Qué opina la Iglesia de la perforación corporal o “body piercing”?



Los miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días creen que el cuerpo es sagrado. Lo consideramos un don necesario para experimentar la mortalidad y vivir una vida digna preparatoria para la gloria eterna. Creemos así como Pablo que somos “templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en [nosotros]” y que mancillar nuestro cuerpo es inapropiado y ofensivo a Dios (1 Corintios 3: 16-17). Por lo tanto, los miembros de la Iglesia no perforan sus cuerpos con propósitos cosméticos, y se les aconseja hacerse sólo una perforación en las orejas, para colocar aretes modestos.

El tatuaje enrarece el cuerpo y no se aconseja como una manera particular de imprimir una identidad o mostrar adherencia a una determinada pandilla. El Presidente Hinckley, 15to Presidente de la Iglesia, señaló:
 "Ahora viene la moda de tatuarse el cuerpo. No puedo entender por qué una persona joven, hombre o mujer, con ese propósito, desearía sufrir el doloroso proceso de desfigurar la piel con diferentes representaciones coloridas de personas, animales y diferentes símbolos. Con los tatuajes, el proceso es permanente, a menos que haya otro padecimiento doloroso y costoso para removerlo. … Un tatuaje es un graffiti en el templo del cuerpo."
De igual manera lo es la perforación del cuerpo con anillos múltiples en las orejas, la nariz, hasta la lengua. ¿Será posible que piensen que eso es bello? Constituye tan sólo una moda pasajera, pero sus efectos pueden ser permanentes. Algunos han llegado a tales extremos que el anillo ha tenido que ser quitado por medio de cirugía. La Primera Presidencia y el Quórum de los Doce han declarado que desaprobamos los tatuajes y también “la perforación del cuerpo por otros propósitos que no sean médicos”. Sin embargo, no tomamos ninguna posición “respecto a la perforación mínima de las orejas que realizan las mujeres para colocarse un par de aretes” 


(Liahona, nov. 2000, pag. 52)

Jesús: El Líder Perfecto.


Por el Presidente Spencer W. Kimball 

Hay muchísimas cosas que se podrían decir tocante a la extraordinaria capacidad de liderazgo del Señor Jesucristo, mucho más de lo que podría expresarse en un artículo o en un libro, pero quisiera señalar algunos de los atributos y aptitudes que Él demostró tan perfectamente. Estas mismas aptitudes y cualidades resultan importantes para nosotros si es que deseamos tener éxito perdurable como líderes.
Los principios concretos
Jesús sabía quién era y la razón por la que estaba en este planeta, lo cual le permitía guiar a Sus seguidores basado en la certeza personal y no en la incertidumbre o en la debilidad.
Jesús actuaba en base a principios o verdades concretos en vez de limitarse a establecer las reglas sobre la marcha. Por eso, Su estilo de liderazgo era no sólo correcto sino también constante. Muchos de los líderes seculares de hoy son como los camaleones: cambian sus tonos y puntos de vista para adaptarse a la situación, con lo cual sólo confunden a sus socios y seguidores que no pueden estar seguros del curso a seguir. Quienes procuran el poder a expensas de los principios a menudo terminan por hacer casi cualquier cosa para perpetuarlo.
Jesús dijo muchas veces: "Ven, sígueme". El Suyo era un método de "Haz lo que yo hago", más bien que de "Haz lo que yo digo". Su brillante inteligencia innata le hubiera permitido hacer gran ostentación, pero con eso habría dejado atrás a Sus seguidores. Él caminó y obró con aquellos a quienes tenía que servir. El Suyo no fue un liderazgo a la distancia; no temía a las amistades estrechas, ni a que Sus seguidores se desilusionaran si se le acercaban demasiado. La levadura del verdadero liderazgo no puede levantar a nadie a menos que acompañemos y sirvamos a aquellos a quienes tengamos que dirigir.
Jesús se mantuvo virtuoso y así, cuando quienes le rodeaban estaban tan cerca de Él que podían tocar el borde de Su manto, la virtud emanaba de Él (véase Marcos 5:24–34).
El comprender a los demás
Jesús era un líder que escuchaba. Debido a que amaba a los demás con un amor perfecto, escuchaba sin ser condescendiente. Un gran líder es aquel que escucha, no solamente a los demás sino también a su conciencia y a la inspiración de Dios.
Jesús era un líder paciente, persuasivo y amoroso. Cuando Pedro desenvainó la espada y golpeó al siervo del sumo sacerdote cortándole la oreja derecha, Jesús le dijo: "...Mete tu espada en la vaina…" (Juan 18:11). Sin enojo ni agitación, serenamente Él sanó la oreja del siervo (véase Lucas 22:51), y Su reprensión a Pedro fue bondadosa pero firme.
Por amar a Sus seguidores, Jesús estaba en condiciones de decirles la verdad, de ser sencillo y sincero con ellos. Hubo veces en que amonestó a Pedro, precisamente porque lo amaba, y éste, por ser un gran hombre, pudo madurar gracias a esas amonestaciones. Hay un maravilloso pasaje en el libro de Proverbios que todos debemos recordar:
"El oído que escucha las amonestaciones de la vida, entre los sabios morará.
"El que tiene en poco la disciplina menosprecia su alma; mas el que escucha la corrección tiene entendimiento" (Proverbios 15:31–32).
Sabio es el líder o el discípulo que puede hacer frente a las "amonestaciones de la vida". Pedro pudo hacerlo, pues sabía que Jesús lo amaba y fue por eso que el Señor lo preparó para ocupar un alto lugar de responsabilidad en el reino.
Jesús veía el pecado como algo malo, pero también lo veía como algo que provenía de necesidades profundas e insatisfechas de parte del pecador. Esa percepción le permitía condenar el pecado sin condenar al pecador. Del mismo modo, nosotros podemos poner de manifiesto nuestro amor hacia otras personas, aun cuando tengamos la responsabilidad de reprenderlas. Tenemos que ser capaces de ver en lo más profundo de la vida de los demás a fin de percibir las causas básicas de sus fracasos y defectos.
El liderazgo abnegado
El liderazgo del Salvador era abnegado. Siempre puso Sus necesidades y a Sí mismo en segundo plano y dedicó Su tiempo a ayudar a Sus semejantes en todo momento, y lo hizo infatigable, amorosa y eficazmente. Muchos de los problemas del mundo actual son causados por el egoísmo y el egocentrismo de muchas personas que exigen, implacablemente, demasiado de la vida y de los demás a fin de satisfacer sus propias demandas. Esa actitud es completamente contraria a los principios y prácticas que ejemplificó el líder perfecto, Jesús de Nazaret.
El liderazgo de Jesús destacaba la importancia de saber discernir con respecto a otras personas, sin procurar controlarlas. Él se preocupaba por la libertad de Sus seguidores de escoger cuál será su curso; e incluso Él mismo, en aquellos momentos tan trascendentales, tuvo que optar voluntariamente por sufrir en Getsemaní y ser clavado en la cruz del Calvario. Él nos enseñó que no puede haber progreso sin verdadera libertad. Uno de los problemas del liderazgo de manipulación es que no surge del amor que se sienta por los demás sino de una necesidad de aprovecharse de ellos. Esos líderes se concentran en sus propias necesidades y deseos y no en los de los demás.
Jesús tenía la habilidad de contemplar los problemas y a la gente en perspectiva. Él podía calcular el efecto y el impacto a largo plazo de Sus palabras, no sólo en los que las escucharían entonces, sino también en quienes las leerían dos mil años después. Muchas veces, los líderes seculares se apresuran a resolver los problemas deteniendo el sufrimiento presente y de ese modo crean dificultades y sufrimiento mayores más adelante.
La participación
Jesús sabía cómo dar participación a Sus discípulos en el proceso de la vida. Les dio cosas importantes y concretas para hacer a fin de que lograran su propio desarrollo. Otros líderes han tratado de ser tan competentes que se han esforzado por hacerlo todo ellos mismos, lo cual produce escaso progreso en los demás. Jesús confía en Sus seguidores hasta el punto de compartir Su obra con ellos para que progresen. Ésa es una de las lecciones más grandiosas de Su liderazgo. Si hacemos a un lado a otras personas con el propósito de cumplir una tarea más rápida y eficazmente, la tarea se hará pero los seguidores no obtendrán el progreso y el desarrollo que son tan importantes. Debido a que Él sabe que esta vida tiene un gran propósito y que hemos sido puestos en este planeta para obrar y progresar, ese progreso se transforma en uno de los grandes fines de la vida así como en un medio para lograr ese fin. Podemos proporcionar información correctiva a otras personas cuando cometan errores y hacerlo de una forma amable y beneficiosa.
Jesús no tenía temor de exigir lo necesario a aquellos a quienes dirigía. Su liderazgo no era condescendiente ni flojo. Tuvo el valor de llamar a Pedro y a otros hombres diciéndoles que abandonaran sus redes de pescador y lo siguieran, no después de terminada la temporada de pesca ni después de sacar llena otra red, sino de inmediato, en ese momento. Él hacía saber a las personas que creía en ellas y en sus posibilidades, lo cual le permitía ayudarles a expandir su alma por medio de nuevos logros. Gran parte del liderazgo secular es condescendiente y, en muchos aspectos, despectivo hacia la humanidad porque trata a la gente como si fuera necesario mimarla y protegerla de continuo. Jesús creía en Sus seguidores, no sólo por lo que eran sino por lo que podían llegar a ser. Mientras que los demás podrían haber visto en Pedro sólo un pescador, Jesús pudo verlo como un magnífico líder religioso, valiente y fuerte, que dejaría su marca en muchos seres humanos. Si amamos a los demás, podemos ayudarles a progresar exigiendo de ellos cosas razonables y reales.
Jesús confió a las personas verdades y tareas que estaban en proporción a su capacidad. No las abrumó con más de lo que podían hacer, sino que les dio lo suficiente para expandir su alma. Él estaba interesado en los aspectos básicos de la naturaleza humana y en producir cambios perdurables y no simplemente cambios superficiales.
La responsabilidad
Jesús nos enseñó que no solamente somos responsables de nuestras acciones sino también de nuestros pensamientos; es sumamente importante que recordemos eso. Vivimos en una época de "seguros sin culpabilidad" y de "no culpabilidad" también en otros casos de la conducta humana. Por supuesto, no es posible exigir responsabilidad sin principios concretos. Un buen líder tendrá presente que es responsable ante Dios así como ante aquellos a quienes dirige. Al exigirse responsabilidad a sí mismo, estará en mucho mejor posición de asegurarse de que los demás también se responsabilicen de su conducta y actuación. La gente tiende a funcionar de acuerdo con las normas ejemplificadas por sus líderes.
La buena administración del tiempo
Jesús nos enseñó también cuán importante es hacer buen uso del tiempo. Esto no significa que no deba haber nunca recreación, porque debe haber tiempo para la contemplación y la renovación, pero nunca para desperdiciarlo. La administración de nuestro tiempo es asunto de suma importancia y podemos ser buenos administradores sin desesperarnos ni ser entremetidos. El tiempo es algo que no se puede reciclar; cuando se nos va, se nos va para siempre. La tiranía de lo trivial consiste en que anula a las personas y los momentos verdaderamente importantes; lo insignificante esclaviza a lo trascendental y con demasiada frecuencia dejamos que la tiranía continúe. La buena administración del tiempo es, en realidad, una buena administración de nosotros mismos.
El liderazgo secular
Las personas a quienes más queremos, admiramos y respetamos como líderes de la familia humana tienen nuestra admiración porque representan, de muchas formas, las cualidades que Jesús tenía como persona y como líder.
Contrariamente, los líderes que a lo largo de la historia han resultado más nefastos para la humanidad lo fueron precisamente porque carecían casi por completo de las cualidades exhibidas por el Hombre de Galilea. Jesús fue abnegado, ellos fueron egoístas; a Jesús le preocupaba la libertad, a ellos el dominio; Jesús estaba interesado en prestar servicio, ellos en obtener importancia social; Jesús se ocupaba de atender a las necesidades de los demás, ellos se ocuparon sólo de sus propios intereses; Jesús se interesaba en el desarrollo de Sus discípulos, ellos procuraron manipular a los seres humanos; Jesús estaba lleno de compasión combinada con justicia, ellos estaban llenos de crueldad e injusticia.
Quizás no todos podamos ser un ejemplo perfecto de liderazgo, pero todos podemos hacer un sincero esfuerzo por acercarnos a ese grandioso ideal.
Nuestro potencialUna de las grandes enseñanzas del Hombre de Galilea, el Señor Jesucristo, fue que todos llevamos dentro inmensas posibilidades. Al instarnos a ser perfectos así como nuestro Padre que está en los cielos es perfecto, Jesús hablaba en serio y nos dio a conocer una extraordinaria verdad en cuanto a las posibilidades y al potencial que tenemos. Es una verdad asombrosa, tanto que es difícil contemplarla. Él, que no mentía, procuró con ella atraernos para que avanzáramos por el camino hacia la perfección.
No somos todavía perfectos como Jesús, pero a menos que los que nos rodean puedan percibir que nos esforzamos y mejoramos, no podrán vernos como ejemplos sino que nos verán como personas carentes de seriedad en cuanto a lo que debemos hacer.
Cada uno de nosotros tiene más oportunidades de hacer el bien y de ser bueno de las que en realidad aprovecha; esas oportunidades nos rodean por todas partes. Sea cual sea en la actualidad nuestro círculo de buena influencia, si mejoráramos nuestra actuación aunque fuera un poco, ese círculo se ampliaría. Si nos preocupáramos por mejorar nuestra actuación al respecto, hay muchas personas que aguardan para que les extendamos una mano y las amemos.
Debemos recordar que esos seres humanos que encontramos en los estacionamientos, en las oficinas, en los ascensores y en otros lugares son parte de la humanidad que Dios nos ha dado para que amáramos y sirviéramos. Poco nos beneficiaría hablar de la hermandad de la humanidad si no podemos contemplar a todos los que nos rodean como nuestros hermanos. Si nuestra demostración de sentimientos humanitarios resulta poco llamativa o parece pequeña, debemos recordar la parábola que nos dio Jesús en la cual nos hace notar que la grandeza no siempre es un asunto de tamaño ni de comparación, sino de la calidad de nuestra vida. Si empleamos bien nuestro talento y nuestras habilidades y las oportunidades que nos rodean, eso no pasará inadvertido para Dios. Y a aquellos que obren bien con las oportunidades que se les ofrezcan ¡se les ofrecerán aún más!
Las Escrituras contienen muchos ejemplos maravillosos de líderes que, aunque no eran perfectos como Jesús, fueron sumamente eficientes; el leerlos, y el hacerlo a menudo, nos haría mucho bien. Hay veces en que olvidamos que las Escrituras nos ofrecen siglos de experiencia en liderazgo, y, lo que es más importante, nos dan los principios inalterables de acuerdo con los cuales debe funcionar el verdadero liderazgo a fin de tener éxito. Las Escrituras son el manual de instrucciones para el futuro líder.
El líder perfecto
No necesito justificación por mencionar algunos de los logros de Jesucristo para ayudar a los que quieran tener éxito como líderes.
Si queremos lograr el éxito, ahí está nuestro modelo. Todas las ennoblecedoras, perfectas y hermosas cualidades de la madurez, de la fortaleza y del valor se encuentran en Su Persona. Cuando una enorme y airada muchedumbre, armada hasta los dientes, fue a tomarlo prisionero, Él la enfrentó con resolución y dijo: "...¿A quién buscáis?".
Sorprendidos, los de la muchedumbre respondieron: "...A Jesús nazareno". "...Yo soy", les dijo Jesús de Nazaret con altura y valor y con poder; y ellos "retrocedieron, y cayeron a tierra". Por segunda vez les preguntó: "...¿A quién buscáis?", y después que lo nombraron, les dijo: "...Os he dicho que yo soy; pues si me buscáis a mí, dejad ir a éstos [Sus discípulos]" (Juan 18:4–8).
Tal vez lo más importante que les pueda decir en cuanto a Jesucristo, más allá de todo lo que he dicho, es que Él vive y en verdad posee todas las virtudes y los atributos de los que nos hablan las Escrituras. Si pudiéramos llegar a saber eso, conoceríamos la realidad fundamental del hombre y del universo. Si no aceptamos esa verdad y esa realidad, entonces no tendremos los principios inalterables ni las verdades trascendentales por las cuales podamos vivir con felicidad y prestar servicio. En otras palabras, nos resultará muy difícil llegar a ser líderes productivos a menos que reconozcamos la realidad del líder perfecto, Jesucristo, y le permitamos ser la luz que nos alumbre el camino.
(Véase "Jesús: El líder perfecto", Liahona, agosto de 1983, págs. 7–11.)

¿Debe un miembro participar de los Juegos de azar?





El presidente Heber J. Grant aconsejó:


"La Iglesia se ha opuesto y sigue oponiéndose inalterablemente a los juegos de azar de cualquier tipo. Se opone a cualquier juego de azar, ocupación o supuesto negocio que acepte dinero de una persona sin entregar a cambio el valor correspondiente. Se opone a toda práctica que tienda a...degradar o debilitar la elevada norma moral que los miembros de la Iglesia y nuestra comunidad en general han mantenido siempre” 



(en Messages of the First Presidency, tomo V, pág. 245).

¿Qué hace la Iglesia con respecto al maltrato del cónyuge y de los niños?





Gordon B. Hinckley, Presidente de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, hizo pública la siguiente declaración respecto al maltrato del cónyuge y de los menores:

"Condenamos enérgicamente el maltrato de cualquier tipo. Reprobamos el maltrato físico, sexual, verbal o emocional a la esposa o a los hijos.Nuestra 'Proclamación sobre la Familia' dice: 'El esposo y la esposa tienen la solemne responsabilidad de amarse y cuidarse el uno al otro, y también a sus hijos...Los padres tienen la responsabilidad sagrada de educar a sus hijos dentro del amor y la rectitud, de proveer para sus necesidades físicas y espirituales...Los esposos y las esposas, madres y padres, serán responsables ante Dios del cumplimiento de estas obligaciones' (La familia: Una proclamación para el mundo, Liahona, junio de 1996).
"Si se reconoce la igualdad entre marido y mujer, si se reconoce que cada niño o niña que nace en el mundo es hijo o hija de Dios, entonces se tendrá un mayor sentido de la responsabilidad de cuidar con cariño, de ayudar y de querer con un amor imperecedero a aquellos de los cuales se es responsable.
"Ningún hombre que maltrate a su esposa o a sus hijos es digno de poseer el sacerdocio de Dios.Ningún hombre que maltrate a su esposa o a sus hijos es digno de considerarse un miembro de buena conducta en esta Iglesia.El maltrato a la esposa y a los hijos de uno constituye una grave ofensa ante Dios y el que incurra en ello debe esperar ser sometido a la disciplina de la Iglesia"

(Liahona, enero de 1999, pág. 85).

La Intimidad en el Matrimonio

La Intimidad en el Matrimonio

LA SIGUIENTE INFORMACIÓN ES TOMADA DE LAS PALABRAS DE LOS PROFETAS VIVIENTES.

Hace muchos años, cuando era una joven misionero y me acababan de asignar un nuevo compañero, conocimos a un ministro protestante que nos invitó a pasar a su casa para que no nos congeláramos afuera en la calle. Después de intercambiar algunas ideas sobre diferentes temas, nos hizo esta pregunta: “¿Y qué piensan los mormones en cuanto a lo sexual?”
Ante la pregunta tan inesperada, me atraganté con el chocolate caliente que estaba tomando, y no pude decir nada. “Y bien”, repuso el ministro después de un rato de silencio, “¿me pueden explicar cuál es la filosofía del mormonismo con respecto a la sexualidad?”
En vista de que yo no profería palabra, mi compañero se dio cuenta de que no tenía respuesta y replicó: “Creemos en ella, señor”.


Así es efectivamente, creemos en ella y sabemos acerca del dolor que acarrea su uso incorrecto fuera de los vínculos del matrimonio. Estamos totalmente conscientes de las advertencias que al respecto han dado los profetas, tanto del pasado como del presente.
Han pasado ya más de veinte años desde aquel incidente. En mi carrera como consejero matrimonial y catedrático universitario, muchos estudiantes, amigos, profesionales, miembros de la Iglesia y otros me han hecho la misma pregunta, para la cual no he encontrado mejor respuesta que aquella que dio mi joven compañero de misión: “Creemos en ella”.
Concerniente al asunto, el profeta Alma declaró a su hijo Coriantón: “La maldad nunca fue felicidad”. (Alma 41:10.)No obstante, conocemos también el resultado beneficioso de las relaciones apropiadas dentro del matrimonio.
Estamos plenamente conscientes del gozo y sentido de unión de que disfruta una pareja casada cuando ambos nutren este aspecto de su matrimonio. Pero a pesar de las grandes posibilidades de gozo que traen las relaciones sexuales en el matrimonio, muchas parejas consideran frustrante su relación sexual y hasta la convierten en motivo de contención.
En efecto, la incapacidad de llevar una buena relación íntima es una de las principales causas del divorcio. El presidente Spencer W. Kimball señaló en uno de sus libros lo que sucede aun en nuestra Iglesia: “Si se analizan los divorcios, tal como lo hemos tenido que hacer en estos últimos años, se advierte que han existido una, dos, tres y hasta cuatro razones para consumarlos; el sexo ha sido generalmente la razón número uno. Muchas parejas han recurrido al divorcio debido a que no se han llevado bien en este aspecto.Cuando esas son las circunstancias, es probable que ni mencionen esto ante el tribunal, y que ni siquiera se lo digan a sus abogados, pero esa es la razón esencial”. (The Teachings of Spencer W. Kimball, ed. Edward L. Kimball, Salt Lake City: Bookcraft, 1982, pág. 312.)
Ideas erradas con respecto a las relaciones sexuales
¿Cómo es posible que algo tan bello pueda ser la causa de tantos problemas? Parte de la dificultad yace en las ideas erradas que prevalecen en nuestro medio. Algunas personas piensan que las relaciones sexuales son un mal necesario para poder tener hijos. Es posible que sus padres hayan sentido vergüenza de hablar con ellos sobre este tema. Es probable que hayan temido tanto que sus hijos quebrantaran la ley de castidad, que por ello solamente les enseñaron las consecuencias negativas de la sexualidad.
Algunas ideas equivocadas provienen de la mala interpretación de ciertos versículos bíblicos. Por ejemplo, en Efesios 5:22 se les dice a las esposas que estén “sujetas” a sus maridos. Algunos han interpretado erróneamente esta escritura, diciendo que significa que las mujeres deben ceder ante los deseos de sus esposos aun cuando no tengan la disposición de hacerlo. Por supuesto que en condiciones tales, las expresiones íntimas de afecto no pueden dar lugar a la unidad marital desde ningún punto de vista.
Un bello poder
La sexualidad es en realidad un bello poder dado por Dios a la humanidad. El presidente Kimball señaló en uno de sus discursos: “La Biblia aprueba la función sexual y su uso debido, y la presenta como algo creado, ordenado y bendecido por Dios. Aclara que Dios mismo implantó la atracción física entre los sexos por dos motivos: para la propagación de la raza humana y para la expresión de esta clase de amor entre el hombre y la mujer, que constituye la verdadera unidad. Su mandamiento a la primera pareja de ser ‘una sola carne’ fue tan importante como su precepto de ‘fructificad y multiplicaos’ “. (Cita de Billy Graham [un conocido evangelista norteamericano], usada por Spencer W. Kimball en “Pautas para efectuar la obra de Dios con pureza”, Liahona, ago. de 1974, pág. 36.)
Es interesante notar que en las Escrituras no aparecen las palabras sexo ni sexualidad. En su lugar, se utiliza la palabra conocer para referirse a la relación íntima entre el hombre y la mujer. El “conocerse” o “familiarizarse” constituye un aspecto satisfactorio del amor conyugal. Un buen matrimonio puede sobrevivir sin la relación sexual, como en aquellos casos en los que uno de los consortes se encuentra enfermo o incapacitado físicamente. Pero este aspecto íntimo de “conocerse” el uno al otro contribuye al carácter integral de la relación matrimonial.
Un tema apropiado de conversación
El que ambos cónyuges hablen sobre las dimensiones físicas de su relación los puede ayudar a conocerse mutuamente en el aspecto físico. Aun aquellas parejas que hablan libremente sobre asuntos económicos, la disciplina de sus hijos, actividades recreativas y otros temas similares se sienten a menudo incómodos al abordar el tema de la intimidad sexual. Algunas veces suponen que sus relaciones íntimas deben marchar correctamente en forma “natural”, y que el hablar acerca de ello significa que algo anda mal.
Desde luego que esto no es cierto; mientras que los asuntos íntimos del matrimonio, debido a su naturaleza sagrada, no deben comentarse con amigos o parientes, es completamente apropiado el hacerlo entre cónyuges.
En cuanto a este asunto, el élder Hugh B. Brown, un apóstol del siglo veinte y miembro de la Primera Presidencia, expuso lo siguiente: “Se han destrozado muchos matrimonios en las peligrosas rocas de la ignorancia y la conducta sexual degradante, tanto antes como después del matrimonio. La gran ignorancia por parte de los recién casados en cuanto a dónde dirigirse para recibir la guía correcta es causante de mucha infelicidad y hogares destrozados.
“Miles de jóvenes llegan al matrimonio casi ignorantes por completo en lo que concierne a esta función básica y fundamental. . .
“Si aquellos que están contemplando embarcarse en la más gloriosa e íntima de todas las relaciones humanas [el matrimonio] se preocuparan de prepararse para las responsabilidades que les esperan, .. . si hablaran abiertamente sobre los aspectos delicados y santificantes de la vida sexual armoniosa que conlleva el matrimonio .. . se evitarían muchos pesares, angustias y tragedias.” {You and Your Marriage, Salt Lake City: Bookcraft, 1960, págs. 22-23, 73; véase también Fundamentos para el matrimonio en el templo (PCSS58A7SP], 1980, pág. 70.)
El dialogar sobre esta relación íntima —incluyendo los sentimientos y las emociones que la acompañan—puede obrar grandes resultados en el fortalecimiento del matrimonio.
Una expresión de amor, lealtad y unidad
Algunos de los problemas en este aspecto del matrimonio se suscitan cuando uno de los cónyuges limita su uso de modo insensato, o lo usa en forma indebida. La sexualidad debe ser parte integral del amor y del acto de dar. Cualquier uso en el que no existan estos sentimientos es un acto inapropiado.
En los años de experiencia que llevo como consejero matrimonial, he descubierto que hay algunas parejas que piensan que la expresión sexual debe restringirse a una sola dimensión: la de la reproducción.
No obstante, el presidente Kimball enseñó: “No tenemos conocimiento de que el Señor haya dado instrucciones de que la debida relación sexual entre marido y mujer deba limitarse totalmente a la procreación”.(”El plan del Señor para el hombre y la mujer”, Liahona, abr. de 1976, pág. 3.) La procreación es un aspecto integral y bello de la intimidad conyugal, pero el utilizar esta intimidad únicamente para este propósito es negar su inmenso potencial como expresión de amor, lealtad y unidad.
El abuso de las relaciones íntimas
Por otro lado, hay parejas que consideran que la única razón por la que existe la sexualidad es para lograr gratificación física. Estas personas se obsesionan tanto por saciar sus apetitos que olvidan completamente la verdadera emoción del amor. Hay otros que emplean la sexualidad como arma o instrumento de extorsión. Esto no solamente constituye un abuso del privilegio que Dios nos ha dado, sino que también muestra gran egoísmo por parte de uno o ambos compañeros y convierte las relaciones sexuales en algo destructivo, más bien que en un elemento de unión en el matrimonio.
La falta de información sobre las expresiones sexuales y los sentimientos del hombre y la mujer pueden causar igualmente problemas en el matrimonio.
Ideas estereotipadas al respecto
Algunas personas se aferran a viejas nociones falsas, aduciendo que la mujer no es tan sexual como el hombre. La imagen del hombre y de la mujer que se presenta en televisión, en revistas, libros y películas influye en nuestra propia percepción sobre la sexualidad de manera muy sutil e incorrecta. Raras veces los medios de comunicación representan una relación marital equilibrada, madura y afectuosa. Al hombre se le representa a menudo como a un héroe masculino y apuesto poco dispuesto a asumir responsabilidades y empecinado en un solo deseo: el del sexo. A la mujer se le pinta como a un ser irremediablemente romántico, metódico y práctico, o bien absurdo, cuya única función en todo caso es la de satisfacer ese deseo mayor del hombre. Estos criterios tan estrechos niegan la individualidad del hombre y de la mujer; pasan por alto el hecho de que ambos son hijos de Dios, dotados de esperanzas, deseos, talento y emociones.
Cuando ambos cónyuges olvidan esta verdad y se ven mutuamente como objetos, poco o nada es lo que puede hacer la sexualidad por promover la verdadera intimidad.Existen también, desde luego, los problemas físicos o psicológicos que pueden dañar este aspecto del matrimonio.
Por ejemplo, en los casos en que uno de los dos haya sufrido de algún abuso sexual en su niñez, es muy probable que adolezca de algún problema emocional serio. En tales circunstancias, lo más adecuado es consultar a un obispo o a un consejero competente para solicitar ayuda.Un médico podría dar atención a los problemas físicos.
La necesidad del amor cristiano
Uno de los problemas más grandes tanto en éste como en otros aspectos del matrimonio es el egoísmo. Dudo que haya otro tipo de relación humana mejor que el matrimonio para enseñar la necesidad de practicar el amor cristiano—ese amor desinteresado e incondicional que nos persuade a pensar más en los demás que en nosotros mismos. Y sin embargo, pocos de nosotros, incluso los que se supone contamos con un buen matrimonio, hemos aprendido a hacer esto tan eficazmente como podríamos o deberíamos hacerlo.
No siempre es fácil hacer a un lado toda otra consideración para pensar en nuestro compañero o compañera y detenernos a analizar sus necesidades para hacer todo lo que esté de nuestra parte para satisfacerlas.Muchas veces hacemos por otros aquello que nos haría felices si alguien más lo hiciera por nosotros.
Y después nos preguntamos por qué la otra persona aún no se siente feliz. Una de las claves más eficaces del éxito en el matrimonio es averiguar lo que haría feliz a nuestro cónyuge, y luego alegrarnos de proporcionarle esa felicidad.
Una custodia sexual
Cuando consideramos la sexualidad como una parte vital de la armonía y felicidad conyugales, ésta se convierte en algo más que lo que simplemente damos o recibimos. Para mí es algo de lo que ambos esposos son responsales, y que podemos llamar “custodia sexual”.En la parábola de los talentos, Jesús enseñó que siempre debemos mejorar o engrandecer cualquier cosa que se nos encomiende (véase Mateo 25:14-30).
En el matrimonio se nos dan a menudo responsabilidades en común, tales como los hijos, la fidelidad mutua, y el cuidado diario de los miembros de la familia.
En las Escrituras encontramos varios ejemplos de custodia común dentro del matrimonio. En el libro de Moisés, capítulo cinco, se ilustra claramente la obra mancomunada que llevaron a cabo Adán y Eva y las responsabilidades que se les encomendaron a ambos. En el versículo 1, leemos: “Adán empezó a cultivar la tierra, y a ejercer dominio sobre las bestias del campo, .. . y Eva, su esposa, también se afanaba con él”. De modo que ambos compartían la responsabilidad de trabajar o laborar. En el acto de compartir otras dimensiones de la vida, también tuvieron relaciones sexuales y trajeron hijos al mundo juntos (vers. 2); oraron y recibieron inspiración juntos (vers. 4); recibieron mandamientos juntos (vers. 5); dieron instrucción a sus hijos juntos (vers. 12); y también se lamentaron juntos (vers. 27).
Las palabras de Pablo también llevan implícito el significado de una responsabilidad sexual en común, cuando él dice: “El marido cumpla con la mujer el deber conyugal, y asimismo la mujer con el marido.“La mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino el marido; ni tampoco tiene el marido potestad sobre su propio cuerpo, sino la mujer.” (1 Corintios 7:3^1.)Para mí, esto significa que ni el marido ni la mujer por sí solos deben controlar la relación física. Al contrario, ambos deben ser diligentes en su deber mutuo; ambos deben observar una actitud afectuosa hacia el otro. Con esto en mente, analicemos algunas maneras en las que ambos cónyuges pueden cumplir con la parte que les corresponde de esa custodia y mejorar en esta dimensión de su matrimonio.
Al esposo
Un esposo necesita pasar tiempo con su esposa; ambos necesitan estar juntos para intercambiar ideas, crecer, aprender y experimentar gozo como pareja. A ninguna esposa le entusiasma que su esposo se pase todo el tiempo en el trabajo, en reuniones de la Iglesia, en pasatiempos que la excluyan, enfrente de la televisión o escondido detrás de un periódico. Un esposo que siempre busca ocupar su tiempo en actividades que excluyen a su esposa, le transmite un mensaje de que ella no es importante. Pero ella debería ser la persona más importante de su vida.
Refiriéndose al pasaje de Doctrina y Convenios 42:22 (”Amarás a tu esposa con todo tu corazón, y te allegarás a ella y a ninguna otra”), el presidente Kimball dijo: “Las palabras ninguna otra eliminan a cualquier otra persona o cosa. De manera que el cónyuge llega a ocupar el primer lugar en la vida del esposo o de la esposa, y ni la vida social, ni la vida laboral, ni la vida política, ni ningún otro interés, persona o cosa deben recibir mayor preferencia que el compañero o compañera correspondiente”. (Eí milagro del perdón, Salt Lake City: Bookcraft, 1976, pág. 256.)Si el marido pone otras cosas en primer lugar y es incapaz de encontrar el tiempo necesario para desarrollar una intimidad en otros aspectos de su relación con su mujer, es muy probable que a ella tampoco le vaya a interesar la intimidad sexual con él.
Asimismo, poco será el interés que sienta una esposa en la relación sexual si su esposo no está al tanto, o no se preocupa, de las aparentemente insignificantes luchas que ella sostiene con la vida. En cierta ocasión, una mujer me comentó lo mucho que ella deseaba que su esposo tan sólo “viniera del trabajo, me mirara a los ojos y me preguntara cómo me siento, cómo me fue durante el día, y luego me diera un beso y me abrazara por unos buenos momentos”. La mayoría de las esposas aprecian profundamente esos pequeños gestos que son un indicio de que el marido se da cuenta de sus necesidades. Muchas me han comentado lo agradecidas que se han sentido cuando sus esposos les ayudan con los quehaceres de la casa o les cuidan los niños al final de un agitado día. Otras esposas aprecian la colaboración que les dan sus maridos cuando están enfermas, embarazadas o sobrecargadas con las tareas de la casa. Gestos pequeños —como darles las gracias, elogiarlas, decirles que las aman— tienen mucha importancia. Cuando se agregan al matrimonio estos “pequeños” elementos, la sexualidad cobra mayor significado y se convierte en una expresión de amor profundo. Sin estos “extras”, la intimidad sexual no puede convertirse en motivo de satisfacción ni para él ni para ella.
A las esposas les encanta el que sus esposos sean románticos. El problema se presenta cuando los cónyuges tienen un concepto diferente de lo que es ser romántico. Algunas esposas definen esta cualidad como el tiempo que ambos pasan juntos haciendo cosas de las cuales ambos disfrutan. Entre ellas están las expresiones verbales o escritas de amor o el recibir pequeñas muestras o presentes que tengan significado para ambos exclusivamente. Si el aspecto romántico del matrimonio se limita únicamente a la sexualidad, es probable que las esposas se sientan más bien explotadas que amadas.
Una de las quejas que he oído con frecuencia de las esposas es que su matrimonio carece de suficientes muestras de afecto. Hace algún tiempo realicé una encuesta que reveló que la mayoría de las esposas colocan la satisfacción sexual en los primeros lugares de su lista de factores deseables en el matrimonio, pero le dan un lugar aún más preeminente a las muestrasde amor de tipo no sexual. Muchas esposas comentaron en dicho estudio la gran satisfacción que sienten con sólo tomarse de las manos con sus esposos, o sentarse juntos para leer o ver televisión. A una esposa también le agrada que su esposo se interese por ella durante la relación sexual misma.
A medida que el hombre aprenda a reconocer y satisfacer las diversas necesidades de su esposa, el amor en su matrimonio y todas las expresiones de afecto consiguientemente mejorarán.
A la esposa
Tal vez lo más importante que una esposa pueda hacer para mejorar las relaciones sexuales en su matrimonio sea reconocer que su esposo es también un ser humano que posee necesidades, y abriga esperanzas y aspiraciones. Lamentablemente, los medios masivos de comunicación abiertamente dan la idea de que todo lo que el hombre persigue en una relación es la satisfacción de un solo deseo. El adoptar este criterio tan estrecho en cuanto al hombre es juzgarlo injustamente. Los hombres, y aun aquellos que pudieran tener ideas erróneas sobre las relaciones maritales, todos son hijos de Dios, y el tratarlos como tales no puede sino ayudar a mejorar esa relación.
Muchas de las ideas que se aplican al marido, también se refieren a la mujer. De la misma forma en que él debe buscar tiempo para pasarlo con su esposa, ella también necesita hacer lo mismo. Muchas esposas pasan mucho tiempo eñ el trabajo, ocupadas con el cuidado de sus hijos o con los quehaceres de la casa.Cuando por fin los hijos se han acostado por la noche, y los padres disponen de unos momentos solos, muchas esposas prefieren ocuparse en algo que las “relaje” —como ver televisión, tejer, leer un libro, hablar por teléfono—en lugar de pasar tiempo con sus esposos. Si ellos quieren estar con ellas, a menudo se muestran cansadas o emocionalmente indispuestas.
Por supuesto que a los hombres no les agradan tales actitudes. Si las actividades del día llegan a ser realmente tan agotadoras como para que a ella no le quede tiempo o energía suficientes para desarrollar su relación con su esposo, le convendría, a ella o a la pareja, examinar su vida cuidadosamente, para decidir qué cosas pueden ser relegadas a segundo plano para el beneficio de la relación más importante de su vida.
Los hombres también aprecian las muestras de afecto. En algunos aspectos, cuando se trata de expresar su cariño, el hombre puede ser tan romántico como la mujer. Al marido le gusta abrazar y besar a su esposa antes de salir de casa en la mañana. Estos actos no son necesariamente de tipo sexual, sino son una expresión romántica del amor que siente hacia ella. Si ante estas demostraciones de afecto él escucha constantemente una negación como “ahora no” o “después”, es probable que sienta que a ella le es indiferente el amor que ambos comparten. Estas expresiones tienen para el hombre la misma importancia que las palabras de aprecio y los actos de bondad tienen para la mujer. Una esposa que rechaza esas demostraciones de su marido, le está diciendo indirectamente que él no es muy importante para ella.
Por otro lado, el detenerse para darle un ligero abrazo —o más aún, dar el primer paso para demostrarle afecto— tiene un gran efecto en el fortalecimiento del amor entre ambos.
Cuando se trata de las relaciones sexuales, muchas esposas se ensimisman en sus “derechos”, utilizando esta palabra siempre para ceder o negarse. Sin embargo, el matrimonio es también una relación de responsabilidad y oportunidad. En él, ambos socios tienen la oportunidad de dar. Considero que son muy pocas las esposas que se dan cuenta del poder que tienen para conservar a sus esposos a su lado física, emocional y aun espiritualmente. Por otro lado, me parece que muy pocas son las mujeres que perciben el grado de frustración y frialdad que sienten sus maridos cuando ellas se muestran indiferentes a sus necesidades e intereses. Creo firmemente que un Padre Celestial sabio y amoroso le ha dado a la mujer la capacidad de lograr unidad con su marido (véase Génesis 2:24). La clave de todo es la caridad, esa ausencia de egoísmo. A medida que ella se proponga satisfacer las necesidades de su esposo, su matrimonio mejorará indiscutiblemente.
El élder Parley P. Pratt dijo en una ocasión: “Nuestros afectos naturales fueron puestos dentro de nosotros por el Espíritu de Dios para un propósito sabio; y son las fuerzas que motivan nuestra vida y felicidad—son ese vínculo que une a toda la sociedad virtuosa y celestial.“El hecho es que Dios hizo al hombre, varón y hembra los creó; luego plantó en su corazón esos sentimientos afectuosos cuyo objeto es el de cimentar su felicidad y unión.” (Parker Pratt Robison, ed., Writings of Parley Parker Pratt, Salt Lake City: Deseret News Press, 1952, págs. 52-53; véase también Fundamentos para el matrimonio en el templo, 1980, pág. 38.) Conforme los cónyuges aprendan a dar de sí mismos bondadosamente y a comprender las verdaderas necesidades y deseos mutuos, crecerá este afecto natural hasta que en verdad logren “cimentar su felicidad y unión”.
Por Brent A. Barlow. Liahona de Junio de 1987, páginas 27 -32